Es inteligente y bueno: lúcido, amable e incapaz de alardes o complejos de superioridad -de esos que ocultan inferioridades ominosas-; ha llegado en política, con inigualable sobriedad, más arriba de lo que muchos, con trampas infinitas, conseguirán jamás y, lo que es todavía más difícil, sin dejarse seducir por el poder.
Ausente de toda afectación, más sincero y hondo que el mismísimo papa Francisco –¡pobre Papa, que tiene tan difícil definirse, decir lo que piensa, pues no hay ámbito más eufemístico y decoroso que el falso, omnipotente y mendaz vaticano; ¡pobre Dios del evangelio, si necesita de tanto boato, fasto e hipocresía para saberse amado!Volvamos a la sencillez de la Tierra. Por su humildad y gracia, dos virtudes que empatan entre sí, que son una sola cuando son, por eso y mucho más, tirios y troyanos pensamos en él y lo evocamos con igual afecto. Es encantador: dice la verdad al mundo entero, si se ofrece. Se la ha dicho al rudo, basto y ramplón camionero al que Chávez dejó en herencia la destrucción de Venezuela: ‘loco, requeteloco’. Y añadió de él y sus conjuntos: “se pasan de rosca”. Porque el tornillo que tenemos en el coco –y que se espera que Maduro y su séquito lo tengan también- ya no ajusta en la tuerca interior, por la rosca desgastada de tanto mal uso o de tan poco aceite…
Mujica, ¿quién más?, reconoció que por su ‘gran respeto por el presidente venezolano’, ha de decirle ‘que está loco, loco como una cabra’… Decir a alguien que está loco como una cabra, si lo está, es hacerle un favor y, en este caso, por respeto a su pueblo y a nosotros, por si acaso…
En este ambiente de verdades simples, aprovecho para pedir a nuestro alcalde joven y prudente, como un día le pedí que se limpiaran las horribles aceras enladrilladas del centro y se limpiaron un tiempito, lo siguiente:
Me refiero a la Concentración Deportiva de Pichincha que tiene una sede muy bien organizada en La Vicentina pero también con un amplio espacio no utilizado que bien podría servir para que personas de aquel barrio, que por años le han dado su vecindad y atención, puedan hacer ejercicio físico habitual como caminar, y no tengan que avenirse a hacerlo entre el tráfico, que por la mañana es muy significativo, sobre todo en calles que unen vías de abundante circulación como la Queseras del Medio y las que bordean el “Parque de las comidas”, como coloquialmente llaman al ‘parque’ los comilones, por uno de cuyos accesos llegan vehículos desde Cumbayá y parroquias del oriente de la ciudad. Hasta podrían, de estimarse conveniente, separarse las áreas para uso general, de las exclusivamente dedicadas a la práctica deportiva institucional. Esta opción sería un gran apoyo a la comunidad de ese sector tan colaborador con el orden y la tradición de nuestra ciudad.
Gracias a Mujica y a mi exalumna y amiga Lolita, que ansía con muchos, caminar por un lugar seguro y limpio, escribo este artículo, en son de paz.
Funcionarias/os: ¿dispusieron ya de un sueldito suyo para nuestros hermanos?