El contencioso que mantienen Argentina y Gran Bretaña por la soberanía de las islas Malvinas ha tensado las relaciones diplomáticas bilaterales cuando se aproxima la conmemoración del trigésimo aniversario del conflicto bélico que confrontaron los dos países, en abril de 1982, por una actitud política del Gobierno militar argentino de la época, que tenía serios cuestionamientos en el ámbito interno.
Importa consignar a vuelapluma unos antecedentes históricos que ayuden a interpretar el problema. Según la Enciclopedia Barsa (Enciclopedia Británica, 1962), el primer europeo que vio estas islas fue el inglés Juan Davis, en 1592. Un siglo después las avistó el británico Juan Strong, que las denominó Falkland, pero no ejerció acto alguno de posesión. En 1764 desembarcó allí el francés Bougainville, de Saint Malo, que dio origen al nombre de Malouines, de donde deriva la actual forma española, y las ocupó en nombre de su Gobierno. España reclamó el derecho de posesión invocando la bula papal de Alejandro VI y Francia lo reconoció. Una expedición británica desembarcó poco tiempo después en la pequeña isla de Saunders, pero fue expulsada, y la corona española ejerció posesión pacífica de las Malvinas desde 1770 hasta la pérdida de sus colonias. El Gobierno argentino, como sucesor, envió en 1829 al gobernador Luis Vernet, que ejerció su cargo hasta 1833, fecha de su violenta expulsión por una expedición británica, cuyo Gobierno ocupa desde entonces las islas, en las cuales “no hay indígenas ni fauna autóctona”, según dicha publicación.
El reciente anuncio del envío de un poderoso destructor británico a las Malvinas, para ejercicios militares, dio pie a la presidenta Kirchner para denunciar que el Reino Unido quiere “militarizar” el Atlántico Sur. La Mandataria instruyó a su Canciller presentar el tema en el marco de la ONU, tanto en el Consejo de Seguridad como en la Asamblea General. Allí estarían enfrentadas dos tesis: la integridad territorial, por parte de Argentina, y la autodeterminación de los pueblos, por parte del Reino Unido. Hay que advertir, por cierto, que la cuestión ha sido tratada desde hace décadas en la ONU. Numerosas resoluciones de la Asamblea General piden a ambos gobiernos acelerar las negociaciones sobre la soberanía en las Malvinas. En un gesto diplomático positivo, el Gobierno argentino acaba de aceptar oficialmente la mediación de la ONU para coordinar una solución pacífica.
Importa señalar que Argentina ha contado siempre con la solidaridad continental en la justa defensa de su posición histórico-jurídica frente a un rezagado y anacrónico colonialismo. El apoyo de Ecuador ha sido permanente tanto en la organización universal como en diversos foros regionales, entre ellos la OEA.