1. ¿Qué impresión tiene de la Pro forma presupuestaria para 2018, la rebaja en relación al Presupuesto de 2017 y la estructura de ingresos y gastos?
No se aprecia ninguna señal que demuestre un afán de corregir la conducta que ha mantenido durante los últimos años. El déficit, bien calculado, luego de realizar los ajustes por estimaciones incompatibles con la capacidad real de obtener ingresos en un ambiente en el cual será muy difícil incrementar las recaudaciones tributarias, a pesar de la búsqueda de nuevos recursos con las reformas tributarias en curso, nos lleva a un resultado muy superior al que calcula el ministerio de finanzas.
No veo como va a ser posible incrementar los ingresos en el 29% frente a lo que viene ocurriendo este año. Algo está mal y de gran valor para la viabilidad de la propuesta. De otra parte, tampoco se comprende por donde se aprecia la aplicación de un plan de austeridad ya que los gastos, comparados igualmente con la ejecución en marcha señalan un incremento del 12%.
Y todo esto bajo el supuesto de una inflación bajita, que la estiman del 1.4% como promedio para todo el 2018 (y podría ser menor si siguen comportándose los precios como ha ocurrido incluso en el pasado mes de octubre); y, un crecimiento del PIB de un poco más del 2%, que es otro supuesto sobre el cual existen serias dudas de su consistencia.
Si el gobierno mantiene la tesis de la transparencia en las decisiones públicas, la discusión y aprobación de la Pro forma debería ser la oportunidad para llevar adelante debates técnicos sobre la consistencia de la propuesta enviada a la Asamblea.
2. Comente las medidas para acrecentar el uso de dinero electrónico.
En economía y con mayor razón en el campo monetario no son recomendables medidas que se las impone a la fuerza. No sólo que no dan los resultados que se buscan, sino que pueden producir consecuencias desestabilizantes.
Hasta ahora el Banco Central no explica los fundamentos en los cuales se sustenta para tener como bandera de lucha, una posible existencia desmesurada de dinero en poder del público en forma de especies monetarias (billetes y monedas). Los cálculos que presenta regularmente demuestran una fuerte inconsistencia con el comportamiento histórico de estos valores, que lleve a comprender las razones por las cuales abandona cierta proporcionalidad con los depósitos mantenidos en el sistema financiero.
Por aquí, los supuestos en los cuales se basan las propuestas que constan en la reforma enviada a fines de la semana pasada, están muy lejos de ser los que ocurren en la realidad. Por ello, introducir una suerte de impuesto al uso del billete, porque eso es lo que se propone cuando se establece un tributo a los retiros en efectivo de más de 4 000 dólares mensuales, luce no sólo distorsionador, sino que podría ocasionar cambio en las actitudes de las personas alejándolas de su relación con el sistema financiero.
Aún más, con este impuesto que dice busca reforzar la dolarización, se introduce otro elemento que en la práctica cambia el valor del dólar según sea la forma como se lo desee mantener. Y sino pensemos cuánto vale el dólar que se mantiene dentro del sistema bancario frente a tenerlo en su poder; cual si se lo desea enviar al exterior; cual para el exportador; y así para otras actividades. Y, pienso, ¿con esto se intenta defender la dolarización?
¿Será posible conocer de una manera cierta y comprobable cuales son los costos del Banco Central por importar los billetes dólares, para entender las razones del temor que demuestran ciertos funcionarios por el uso de estas especies? Me imagino que son montos desequilibrantes. No de otra manera debería entenderse la insistencia en cambiar la conducta de los ecuatorianos sobre el uso de billetes.
Sin embargo, cuando se realizan cálculos de los costos de traer esos billetes, más allá del transporte y seguro que son los únicos en este tipo de operación, no se entiende en donde radica el problema. Por lo tanto, antes que ocasionen un daño a una conducta que no parece perniciosa, es indispensable evidenciar la magnitud del problema que se pretende corregir.
Imponer por todo esto el uso de formas de pago electrónicas, que para unos pueden ser convenientes y para otros no, sería un abuso de poder. Sería limitar el poder liberatorio de los billetes y eso va contra las normas básicas de la ley y de la organización monetaria.
Mi recomendación es eliminar toda esta arquitectura construida además con la participación obligatoria del Banco Central, que puede servir para realizar emisiones inorgánicas de dinero primario y quitarle la posibilidad de financiar el déficit fiscal.
3. ¿Cuáles son los impactos de las reformas enviadas por el Ejecutivo a la Asamblea y la reacción del sector empresarial?
Me parece una vez más que el gobierno interpreta erróneamente la situación actual. En el campo tributario, la línea general va por el aumento de impuestos para la gran mayoría de la producción nacional. Sólo piensen que ahora ya no se incentiva la reinversión de utilidades, que permitía deducir el 10% del impuesto a la renta y además se aumenta en tres puntos esa contribución, con lo cual el mensaje va en la dirección de desalentar la inversión privada, aumentar los dividendos y asentar la recesión.
Es cierto que algunas actividades podrían recibir beneficios, pero mirado en un balance general, el mensaje camina en la dirección de decir: ni modo, hay más impuestos por cuanto el gasto público seguirá siendo el desestabilizador del sistema.