“Fructificaron los muertos” leí en un apunte de un antiguo códice escrito en latín, y esta verdad se cumple cada día. La Academia Ecuatoriana de la Lengua contó entre sus miembros con el excepcional poeta, Filoteo Samaniego Salazar. Fue su secretario y editor de la Revista Memorias, diplomático sin improvisaciones, de altísima cultura, serio y sencillo como el pan. Por iniciativa de nuestra AEL, fue candidato al XVII premio Reina Sofía de Poesía, y quedó como digno finalista, entre José Emilio Pacheco e Idea Villariño y otros poetas grandes.
El sábado 5 de este mes de marzo, el Concejo del cantón Rumiñahui presidido por su alcalde, don Héctor Jácome Mantilla, tuvo la feliz iniciativa de inaugurar un nuevo parque lineal en San Rafael y de bautizarlo con el nombre de nuestro querido colega y amigo.
Los muertos fructifican al volver, evocados en cuanto nos dejaron. Y como retornan desde los frutos que produjeron en vida, perdura su memoria: además de permanecer en sus escritos, el nombre del poeta persistirá, enriqueciendo con un sentido rico y noble a este parque lineal de San Rafael, que comienza a existir de forma distinta, como existen las cosas que se nombran con propiedad y altura. El poeta vivió muy cerca, en la avenida que lleva, a su vez, el nombre de Mariana de Jesús, poeta del amor a Dios, a su manera. Él gozó con su esposa Elena y sus hijos, del pequeño paraíso creado por ella en su hermoso y vivo jardín, y seguirá viviendo en el recuerdo de su nombre en este parque lineal, donde se recupera el verde de la zona, corren los niños y disfrutan del verdor los viandantes, ideal para el paseo matinal o vespertino, el descanso del caminante y el gozo del camino; aquí, desde un nombre de artista querido y valorado, gozarán todos de un ámbito de nueva conexión con la naturaleza y la vida, para recreo de la ciudadanía, su disfrute del aire limpio de la mañana y el fervor del ocaso. Ojalá todas las plazas del país, todos los parques íntimos, lugares en que son felices los niños, llevaran nombres de poetas y quienes los frecuenten leyeran y amaran la poesía del poeta que nombran.
Toda la ciudadanía del cantón, los habitantes de este bello ámbito de la patria aprenderán aquí que los muertos dan vida, que fructifican y siguen con nosotros. Sería deseable que en un lugar visible del parque, o en la misma preciosa piedra del monumento, se colocara una placa de material noble, en la que se inscribieran algunos de los versos dedicados a la naturaleza y a la vida que escribió Filoteo. De esta manera se conocerán mejor los dones “de este hombre fino y discreto, enamorado de la belleza de las cosas: de templos, plazas, calles, jardines, obras de arte, cuadros y representaciones múltiples de nuestro pasado que conocía y vigilaba con amor incansable”. Este parque con su nombre es ejemplo para que cada uno de nuestros cantones enaltezca sus lugares significativos con nombres de personajes dignos de permanecer en la memoria de nuestro pueblo, ansioso de ejemplos que seguir.
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