Mientras en Cuba no hay forma ni manera de que se abra una pequeña rendija a la libertad de prensa y que surjan nuevos medios de comunicación modestos pero independientes, que hagan creíbles los supuestos cambios anunciados por Raúl Castro, aquí en Venezuela la situación de la prensa y en general de libertad de expresión ya ni siquiera aguarda esa simple esperanza. En nuestro país más bien se vive una asfixia y un estrangulamiento progresivo dirigido a evitar que los ciudadanos tengan acceso a las fuentes de información libres y democráticas.
A lo largo de estos años hemos visto con tristeza y dolor cómo cada día el Gobierno va cerrando más medios de comunicación, siguiendo una estrategia de amenazas, agresiones por grupos armados, multas millonarias, persecución a los propietarios de los medios y el cese de las concesiones para que sigan operando legalmente.
Si a todo esto se une el hecho de los cuerpos policiales y la Guardia Nacional ejercen sistemáticamente la violencia no sólo contra la sedes de los medios sino contra los propios periodistas, entonces descubrimos que la estrategia del oficialismo está dirigida hacia un solo fin: lograr la clausura definitiva de los medios independientes que no alaben al Gobierno bolivariano. Recientemente el director un tabloide fue regañado públicamente por Nicolás Maduro porque no reflejaba como él quería los planes antidelictivos, cuando en verdad no es así como les consta a sus lectores habituales.
Peor ha sido la compra de grandes medios televisivos, de cadenas de radio o de órganos de prensa sin que se sepa a ciencia cierta quién los ha adquirido o en nombre de quién actúan. Si no logran su objetivo entonces apelan a la violencia como ha ocurrido con el periodista y empresario Leocenis García, quien fue atropellado por la Guardia Nacional Bolivariana porque se declaró en huelga de hambre frente a las oficinas de Conatel, el organismo encargado de regularizar y vigilar las telecomunicaciones en Venezuela.
La Sociedad Interamericana d e Prensa se quejó por este trato indignante y “manifestó su solidaridad con el periodista Leocenis García, del semanario 6to Poder”. García fue desalojado de las puertas de Conatel y tuvo que reiniciar su huelga de hambre indefinida “frente a la sede de la Organización de los Estados Americanos en Caracas”. La SIP, desde Miami, alertó a la opinión pública, “sobre la estrategia oficial de robustecer una hegemonía comunicacional afín al Gobierno”.
Esta semana el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, Claudio Paolillo, que dirige el prestigioso semanario uruguayo Búsqueda, recordó en tono firme que respalda plenamente a Leocenis García, “colega y miembro de la SIP, quien pese a poner en riesgo su integridad física, ejerce su derecho a la libertad de expresión”. García expresó que “continuará la huelga de hambre hasta el final”.