Los signos emblemáticos de este fracasado ensayo de revolución ciudadana son ahora impunidad y control. Revolución ciudadana -que de revolución no tiene nada- que en un principio se concentró en redactar una nueva Constitución y luego en tomarse los principales poderes del Estado.
La justicia ecuatoriana, la fiscalía, contraloría, procuraduría, superintendencias y asamblea están controladas por Correa. Solo así se explica que hasta el día de hoy el trabajo de fiscalización de la Asamblea Nacional sea realmente nulo. En días pasados ha quedado sin efecto el trámite de juicio político a Jorge Marún, ex ministro de Transporte y Obras Públicas. El principal responsable ha sido el presidente de la Asamblea, Fernando Cordero. Son ya ocho intentos fallidos de fiscalización en menos de un año de gestión.
Esto, como he dicho antes, no es revolución sino agudización de lo peor que ha tenido este país en los últimos años: corrupción.
Sin embargo, para tratar de lavar la imagen de todo lo que está pasando vemos con suma preocupación cómo el actual Régimen ha adoptado posturas controladoras y persecutorias con el fin de tener disciplinada a la sociedad.
En primer lugar, ante el aumento de los índices de violencia, se ha implementado una medida para controlar la venta y consumo de bebidas alcohólicas, confundiendo un asunto salud pública con seguridad pública.
El crecimiento de la inseguridad pública, del sicariato o del crimen organizado se debe a otras causas. Entre ellas, cabe mencionar la cri-sis del sistema ju-dicial en el Ecuador, la apertura indis-criminada de las fronteras y la inca-pacidad por parte de los fun-cionarios del Gobierno para di-señar e implementar políticas públicas adecuadas en el ámbi-to de seguridad. El problema no tiene nada que ver con el consumo de alcohol.
En segundo lugar, me refiero a la medida que permite a la Policía detener a los estudiantes de escuelas y colegios del país que deambulen por las calles en horarios de clase. Tengo que decirles -con la mayor sinceridad del caso- que no puedo creer lo que veo. No solo porque se está relacionando de manera peligrosa a la juventud con la delincuencia sino porque se está limitando de manera abusiva nuestras libertades y derechos. Estas medidas no pueden ser más retardatarias y retrógradas. Pueden ser comparables con los ex regímenes comunistas o falangistas de derecha como los de Mussolini en Italia o de Franco en España. Esto es inadmisible.
Aunque estoy sorprendido, esto es consecuencia de un sistema donde no existe equilibrio de poderes y prácticamente todo es controlado por una sola persona.