Si la necesidad de vender productos al exterior estuviera subordinada a la ideología no habría comercio internacional, porque el mundo no es de autarquías. Los comunistas chinos que gobiernan ese país comprenden bien que tienen que vender indiscriminadamente para poder dar de comer a los 1 300 millones de habitantes. Ellos invierten donde les interesa, compran las materias primas que necesitan de cualquier país sin considerar su ideología. Lo mismo hacen los países capitalistas y por eso funciona el mercado de capitales y el intercambio de bienes y servicios.
Sin embargo, no hay comercio libre sino comercio dirigido como anota Stiglitz. En efecto, todos los países tienen tarifas arancelarias cada vez más bajas y para dirigir aplican medidas no arancelarias que orientan el comercio hacia donde desean, en función de sus intereses concretos. Los buenos resultados económicos influyen en los éxitos electorales más que las ideologías o los eventos de política internacional. Hay una anécdota: cuando Bush (padre) se presentó a la reelección en base a sus éxitos de política exterior como la caída del Muro de Berlín y la victoria en Guerra del Golfo creía que tenía ganada la batalla electoral, pero enfrentó a Clinton, quien hizo caso a su asesor James Sullivan que clamaba “La economía, estúpido” en la sede de la campaña electoral demócrata. Y así Clinton le ganó la presidencia.
Alan Fairlie comenta que los compromisos comerciales de nuestros países es un “spaguetti-bowl” pues hay relaciones multilaterales, regionales, subregionales, bilaterales, fronterizas, que se entremezclan con varios sabores y colores digo yo.
El Ecuador es parte de la OMC, de la Aladi, de la CAN, de la Unasur, de la Celac, de la Alba y tiene convenios comerciales bilaterales con Argentina, Brasil, Chile, México y Venezuela, pero también quiere ser parte contratante del Mercosur desechando a la Alianza del Pacífico y soslayando a la Asociación de países del Pacífico, Aspec, no obstante lo cual quiere un Tratado Comercial con la Unión Europea. Todo esto nos puede llevar a una intoxicación política de la economía ecuatoriana .
Es oportuno analizar correctamente este spaghetti, definir prioridades de acuerdo con intereses económicos reales e insertarnos bien en la economía internacional. Esto es más válido aún en el caso de un país dolarizado que necesita como ningún otro los billetes verdes para el buen vivir. A tal fin, debemos fomentar positivamente la relación con los países vecinos, respetando sus ideologías, independientemente de lo conservadores que sean los gobiernos de Santos y de Humala. (A propósito, con el Perú no se han normalizado las relaciones diplomáticas desde el incidente del Supermercado, pues no se han acreditado embajadores).