Estudiar la historia de las ciencias en un país como el nuestro, de trayectoria científica no asumida, resulta ser un ejercicio en extremo delicado y de gran responsabilidad si lo que se propone es añadir un capítulo en la Historia Nacional.
Si en estos días se pretende además estudiar ‘la historia del pensamiento científico ecuatoriano’ la complejidad es mayúscula comenzando porque primero sería de definir qué debe entenderse por pensamiento científico. Cabe, desde luego, que como corolario de la historia de las ciencias en el Ecuador se añada un capítulo sobre las posibles constantes que se descubran en las actividades científicas o en las investigaciones científicas, las sistemáticas, que hayamos realizado, o en el énfasis que hayamos puesto en determinados campos y responden, qué duda cabe, a realidades concretas consideradas como propias o compartidas con otros países.
Como es de rigor y más en una historia de las ciencias en nuestro país, un capítulo debería estar dedicado a las biobibliografías de los científicos nacionales, de reconocido prestigio internacional, que sí los hemos tenido, y de los ilustres extranjeros que estudiaron el espacio ecuatoriano en alguna de sus particularidades. Por nuestra devoción al tema, creamos en la CCE Benjamín Carrión, dos galerías: la de los científicos ecuatorianos y la de los científicos extranjeros. Buena parte de ellos, para nuestro desconcierto y pesadumbre, inexistentes en el imaginario de los ecuatorianos de todos los niveles sociales.
Como puede que me involucre en una empresa cultural llena de interrogantes como puede ser el estudio de las ciencias en el Ecuador y el pensamiento científico ecuatoriano, estoy en el plan de dar con la bibliografía de sustentación que me permitiría participar con propiedad. Primero, en nuestra biblioteca di con un libro precioso, publicado por el Gobierno de Navarra en el 2011, tomo nro. 4 de la Colección PERSONAJES NAVARROS: “Juan Tafalla. La aportación de la Flora Huayaquilensis”. Su autor, el ilustre historiador ecuatoriano, nuestro inolvidable Eduardo Estrella Aguirre, fallecido tempranamente. El Dr. Estrella fue quien descubrió en los arcanos del Real Jardín Botánico de Madrid, la extraordinaria obra “Flora Huayaquilensis” del botánico navarro José Tafalla Navascués. Dada por perdida, durante 200 años, pero tan bien conservada como que las ilustraciones, a mano y a todo color, superan las de la “Flora de Nueva Granada” de José Celestino Mutis. El erudito y extenso estudio realizado por el Dr. Estrella y las colecciones de Tafalla, fueron publicados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, en una edición de lujo y presentada como una aportación científica de nuestro país en la Conmemoración, en España, del V Centenario del Descubrimiento de América.