Los movimientos armados en Asia, África y el Oriente Medio se han dedicado, como las FARC y el ELN en Colombia, Sendero Luminoso en Perú, el sindicato de cultivadores de coca de Bolivia, las ligas campesinas de Paraguay, a obtener dinero para financiar sus actividades subversivas a través del tráfico de drogas, de la protección de los narcodelincuentes y de mantener abiertas y proteger militarmente vías por donde circulan la cocaína y la marihuana, y los precursores químicos que permiten la elaboración del producto final.
Hemos advertido que el trillado argumento de que son los consumidores estadounidenses los culpables del crecimiento del narcotráfico debe ser revisado y hacer un nuevo mapa de cómo el consumo se ha trasladado a otros lugares del mundo y a nuestro propio continente.
Les hemos dicho a nuestros lectores que, por ejemplo, el mercado brasileño es el más importante para los productores de cocaína de Perú y Bolivia. Por la extensión de las fronteras y la facilidad de traslado Brasil, conjuntamente con Europa, superan en consumo al mercado estadounidense.
Y otro dato más fulminante: Paraguay es el gran productor de marihuana no sólo de América Latina sino el gran proveedor de los países que lo circundan. La marihuana no es tan rentable como la cocaína, pero a los campesinos empobrecidos les rinde frutos. A esto no le puso freno el ex presidente Lugo.
En un país que la oligarquía maneja a su saber y entender, no supo negociar la restitución de tierras a los campesinos (apenas intervino 2%) y mucho menos se enfrentó a la modernización de una nación que esclavizada por Brasil, por los cultivadores de soya amigos de Lula y de los contrabandistas que operan en la confluencia de los tres ríos, base fundamental del contrabando, lavado de dinero, tráfico de mujeres y lugar de operaciones para los terroristas de Hezbolá.
Pero este problema del crimen organizado y el narcotráfico no se queda aposentado allí. Las agencias internacionales transmitieron una información peligrosísima para Venezuela: “Estados Unidos lanzó el miércoles nuevos señalamientos contra el grupo libanés Hezbolá, al que acusa de nexos con una red internacional de narcotráfico con ramificaciones en Sudamérica, Líbano y África Occidental”.
Decir Sudamérica es decir Venezuela y sus bases en la Guajira, en la frontera tachirense y en el cajón del Apure. Que no se enrede el Gobierno venezolano para hacernos creer que esta es una maniobra del imperio. Detrás de estos informes está la ONU, la OEA, los servicios secretos ingleses, holandeses y franceses que tienen intereses específicos en el Caribe.