La lluvia no espantó a los manifestantes. Más allá de alguna tensión aislada, miles de ecuatorianos se expresaron ayer en voz alta y está bien.
La manifestación pública está garantizada por la Constitución y es premisa fundamental de la democracia.
La proclama de participación ciudadana, elevada a función del Estado pasmada con la composición cooptada del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, cobra forma con las manifestaciones de actores sociales y políticos.
Las fuerzas del orden deben preservar la integridad de las personas y de los bienes durante esos procesos sin represión.
La historia de las manifestaciones, huelgas y protestas populares ha sido vasta en el Ecuador. Cabe recomendar la revisión de la línea histórica de estos hechos trabajada por EL COMERCIO en su versión web, que ilustra y refresca la memoria.
Es verdad que los tiempos políticos en cada momento fueron distintos y las expresiones tuvieron tonos diferentes. Manifestaciones pacíficas, bullas estudiantiles, protestas violentas, represión y detenidos y hasta algún estado de excepción y militarización de las calles se sucedieron a lo largo del tiempo.
Los convocantes fueron los actores políticos de izquierda, los sindicatos, la dirigencia social e indígena y el magisterio, en varios de los casos anteriores.
Las motivaciones fueron múltiples. La búsqueda de alza de sueldos y salarios, oposición a las privatizaciones, conquistas laborales y especialmente protestas por la situación económica o por medidas y ‘paquetazos’ que, los sectores que se manifestaron, consideran que les afectan.
Varios sectores críticos del Régimen han percibido la imposición de salvaguardias arancelarias como un ‘paquetazo’.
Más allá de la denominación, es indudable que podría existir un efecto inflacionario y las cifras de proyecciones de crecimiento económico del 2015 es probable que se modifiquen.
La marcha de este jueves ha tenido unas características especiales. El primer tema que cabe señalar es el intento evidente del Gobierno de dividir a las organizaciones sociales. Al FUT le salió al frente una CUT oficialista, a la Conaie, la convocatoria a viejos dirigentes indígenas a una comida y la organización de agrupaciones oficialistas, a la UNE, un magisterio simpatizante de Alianza País. Es una estrategia de dividir, no se sabe si para reinar o para evitar que la organización social tome fuerza.
La protesta de ayer fue apoyada por partidos o movimientos de la izquierda, de derecha y del centro, que buscan espacio en este esquema cerrado a la participación política y a las iniciativas de consultas populares como la de Yasunidos o la de Compromiso Ecuador. Es grave que cierta dirigencia de izquierda no quiera aceptar el derecho de otros manifestantes a expresar su malestar. Puede ser un signo de intolerancia. De la libertad y la opción de expresarse no hay dueños. Las calles tienen la palabra.