Contrariando el deseo de muchos de los que quieren un cambio de rumbo político, la unidad de la oposición no llegó jamás.
No llegará, al menos, hasta la segunda vuelta que muchos ya tienen por segura si nos atentemos al alto número de indecisos.
Pero esa idea de la unidad total contra el correísmo buscando un parangón con la entente venezolana contra Maduro no fue.
La mayoría de la gente no regresa a ver a la propia historia. En la mayor parte de elecciones desde 1978 hasta ahora han existido muchos candidatos. Mencionemos por ejemplo: en 1984, 9; en 1988, 10; en 1992, 12; en 2002, 11; en 2006 hasta 13 y en 2013, 8. En la mayoría de elecciones presidenciales se han presentado más candidatos que hoy.
En esta ocasión solo dos partidos de aquellos que presentaron candidatos presidenciales en 1978 quedan con vida.
Izquierda Democrática postula a Paco Moncayo, apoyado por una coalición. Antes fue Rodrigo Borja, en su primera candidatura presidencial. El Partido Socialcristiano va por segunda vez con Cynthia Viteri. En el año 1978 fue con la primera candidatura de Sixto Durán-Ballén aunque apoyada por un amplio frente.
Hoy hay 16 partidos o movimientos con listas nacionales. En 1978 hubo 12 partidos y los movimientos no estaban legalizados.
En 1978 hubo interesantes debates y entrevistas de televisión con varios candidatos. En los años siguientes también. Cuando irrumpe en la vida nacional Rafael Correa, él mismo participó en tres debates televisados con otros candidatos. Me cupo moderar uno de esos encuentros.
Hoy, pese a que lo mande la norma, todavía no hay a la vista debates amplios. Sería una pena que no acepten o se resistan, por temor a perder votos o por la seguridad de triunfo, esas convicciones no aportan nada y suelen ser equivocadas aunque a más de uno le haya dado resultado político.
En el congreso de 1979 hubo figuras como Asaad Bucaram o Marco Proaño Maya, de CFP; el conservador Rafael Armijos o Jorge Salvador Lara; Raúl Clemente Huerta, Blasco Peñaherrera, Camilo Gallegos, del partido Liberal; Julio César Trujillo o Wilfrido Lucero, de la Democracia Popular; León Febres Cordero o Jacinto Velázquez, del PSC; Otto Arosemena o Heinz Möeller, del CID; Carlos Julio Arosemena, del PNR; Rodrigo Borja y Raúl Baca Carbo, de Izquierda Democrática; Jaime Hurtado González, del MPD. (Habrá alguna omisión).
En 2017, salvo muy honrosas excepciones, que las hay y brillarán por méritos propios, una parte de las bancadas estarán copadas por famosos, gente con alto raiting de televisión, simpatía, cuerpos atractivos o dotes histriónicas. El fenómeno no es nuevo y atraviesa todo el espectro político. Peor aún. El experimento tarde o temprano será desastroso para la atribulada política.
El discurso destructivo contra la supuesta partidocracia que alumbró al proyecto que hoy cunde dio resultado. Hay empresas electoreras o avidez por el fondo de reposición partidaria. ¿Y la democracia?