Esta semanita intensa tuvo como telón de fondo las emociones, las alegrías y las penas –con ritmo africano y con altibajos sudamericanos- del Campeonato Mundial de Fútbol. Una vez más, la hazaña estuvo a cargo –antier en Sudáfrica como antes en Maracaná- de la celeste uruguaya y un día después se derrumbaron los muchachos del ex entrenador y hoy villano argentino, el che Diego.
Todo lo cual nos lo cuenta la televisión, con perfección técnica y hasta con los mínimos detalles, sumando la emoción de los goles cuando son a favor- y los mensajes de una andanada de cuñas toscas, que ponen una nota en contra.
Un Mundial de esas características transmite algo de todo. Partidos lentos, movidos, interesantes, apasionados y aun los no aptos para cardiacos, como el de Uruguay con Ghana. Los ecuatorianos –lamentablemente sin la Tricolor en la cancha- han seguido paso a paso los choques futbolísticos, que –conducidos por las ondas televisivas- llegaron desde África del Sur a buenas horas, 09:00 y 13:30. Faltan ahora pocos y definitivos encuentros, luego de las tristes caídas de los créditos Argentina y Brasil.
En medio de la euforia futbolística, las famosas cuñas financiadas por el Estado nos recordaron –y con mucha frecuencia- que en el lar ecuatoriano coinciden -¿casualmente?- los episodios del Mundial con los momentos claves en el trámite de leyes polémicas e importantes, como las de educación y comunicación. Realmente, esta última no es prioritaria para el Jefe, pero los asambleístas no lo saben o lo ignoran voluntariamente y siguen avanzando entre gol y gol. Con el apoyo del fútbol y sus cuñas, no pasará mucho tiempo hasta que lo veamos convertido en un Gran Jefe, con todos –o casi todos- los poderes en la mano, con los aliancistas buscando el título de campeones y con los opositores, disputando –entre ellos- el título de colistas.
Inicialmente, los diputados –que lo son, aunque se hagan llamar asambleístas- avanzaban con paso lento, fingiendo concesiones, acuerdos, dándose tiempo para todo. Ahora, con el Mundial, ya no caminan sino que trotan y hasta corren, talvez para no perderse los partidos.
Pero lo hacen con tanto apuro que ya no disimulan mayor cosa y están dando la razón a sus adversarios que afirman que –en el caso de la comunicación- lo que se buscan realmente es una ley controladora y sancionadora, ni más ni menos. Por no perderse los goles levantan rápidamente la mano y aprueban un Consejo de Comunicación que hace feliz al Ejecutivo, incluyen sanciones a granel para prensa, radio y televisión, no levantan la mano –ni para disimular- cuando alguien menciona algún pequeño freno a las cadenas oficiales.
En fin, este Campeonato Mundial Sudafricano está resultando en el novelero Ecuador pródigo en emociones y en cuñas y, sobre todo, en leyes del más puro estilo mordaza.