Se da arranque a un proyecto supuestamente de conservación patrimonial: restituir el decorado en el techo de los corredores coloniales del convento de San Agustín de Quito por un valor total de USD 915 000, de los cuales 190 000 corre por cuenta de la Comunidad de Madrid, el resto el Instituto de Patrimonio Metropolitano. Esta operación de “completamiento” de los tres artesonados desaparecidos en los terremotos de 1859 y 1868 es innecesaria y contradice las normas de conservación y restauración expresadas en las cartas internacionales, reglamentos que deben ser contemplados por los sitios declarados por Unesco, el caso del Centro Histórico de Quito. Recordemos que la “unidad de estilo no es el fin de la restauración” (Carta de Venecia, art. 11). Preocupa que dicho proyecto sea implementado precisamente por la entidad que debería velar por la salvaguarda de nuestra ciudad, conjuntamente con el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural.
Si se prosigue por esta línea, ¿por qué no pensar en reconstruir los campanarios de la iglesia de San Francisco y del Hospital San Juan de Dios, o las bóvedas baídas de la iglesia del Carmen Alto? Está claro que todo esto sería un despropósito y un gasto de dinero innecesario. Recordemos la oposición tenaz que hubo en marzo del 2009 al proyecto de reconstrucción de la torre campanario de La Compañía. En respuesta a estas divergencias, recibimos la visita de una misión de “Monitoreo Reactivo”, conjunta Unesco-Icomos. Ni la presión de los involucrados –la misma Comunidad de Madrid y los jesuitas- por la pérdida del financiamiento, ni los argumentos de carácter turístico, y otros, sirvieron para que este siguiera adelante.
¿Por qué no discutimos amplia y abiertamente sobre estos asuntos antes de la toma de decisiones? Y si lo han hecho, como se me ha informado, ¿por qué no se acatan las sugerencias esgrimidas por los especialistas? Nos preguntamos si en España, de larga tradición en el ejercicio de la conservación, se aceptaría esta propuesta. Estamos seguros que este país que tanto ha aportado al Ecuador con intervenciones integrales y la formación de profesionales, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo, revisará esta decisión y seguiremos marchando por un camino cuidadoso, atentos a conservar la autenticidad del patrimonio, y que este dinero tan generosamente ofrecido por la Comunidad de Madrid pueda servir para mejores propósitos, al igual que el 80% adicionales que está poniendo el IMP. Existen necesidades apremiantes y lícitas para el convento de San Agustín: la conservación de la biblioteca y archivo y algunos cuadros no intervenidos de Miguel de Santiago.