Facilismo es de derivación americana: yace en nuestro DRAE solo desde la última edición de que disponemos, la vigésima segunda, de 2001, como usado en Argentina, Cuba, Ecuador, Honduras, Uruguay y Venezuela. El Diccionario de americanismos editado en 2010, añade a las de estos países las marcas de Nicaragua, Costa Rica, República Dominicana, Colombia, Perú, Bolivia y Chile… La definición del DRAE dice: ‘Tendencia a hacer o lograr algo sin mucho esfuerzo, de manera fácil y sin sacrificio’; la del DA añade: ‘a tratar de lograr’; así, mientras aquella atribuye directamente a nuestro afán, el lograr hacer algo sin esfuerzo, esta última lo pone aún más fácil: ‘tendencia a tratar de lograr’… O sea que ya desde el esfuerzo inicial, reconocemos en nosotros una parsimonia para decidir que, avalada en tantos países, dice mucho respecto de nuestra idiosincrasia.
Lejos de mí imaginar que hemos nacido destinados a la desidia, la pereza, el quemeimportismo ‘actitud de indiferencia y apatía ante los asuntos propios o los sociales’, que registra el DRAE como ecuatorianismo puro y limpio, sin uso en ningún otro país, y es expresión tan bien compuesta y aliñada que da gusto verla… Entre la tendencia a tratar que todo sea fácil, y la indiferencia y apatía ante la realidad, no hay mucho trecho, aunque lo parezca… ¿Puede querer alguien que todo sea fácil, sin mirar el mundo desde la indiferencia o la ignorancia? Esforcémonos por imaginar que el facilismo no es un destino sino un desatino y si así es ¿de dónde salió? ¿Cómo explicar su origen y su arraigo? ¡La burocracia, don, la burocracia!, dirá algún sabihondo. Ese conjunto de los servidores públicos y de los funcionarios que lo deciden todo tras un escritorio; esa ‘administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas’ que domina la realidad de todos, porque si falta la copia de la cédula, aunque esté la cédula entera y verdadera en sus manos, hay que volver diez días más tarde, entre el 19 y el 23, y solo entonces; esa habilidad para convertir lo sencillo en complejo, lo obvio en oculto y confuso; para, desde lo simple, enmarañar la vida de los otros es puro facilismo (para ellos, claro, para los burócratas); así, despachado el despacho, el celular bajo la mesa, reciben y contestan con habilidad de malabarista mensajes casi analfabetos, y asisten al lento cocerse de ese caldo de cultivo de vicios y corruptelas, ¡tan contagioso! Es facilismo imaginar que solo la burocracia… La construcción, don, la construcción, repleta de excusas mutuas para dilatar eternos aplazamientos; la medicina, señora, ¡con tanta máquina!; la educación, facilitadora de cartones sin exigencia; que el hijito no sufra, que ya basta la vida, los papacitos, don, los papacitos…