En estos días, dos autodenominados proyectos revolucionarios de América Latina hicieron pronunciamientos que los retratan de cuerpo entero. El uno del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, EZLN, de México y el otro de la revolución ciudadana del Ecuador.
En un acto de profundo simbolismo, signado por un diálogo y juego entre la muerte y la vida, el Subcomandante Marcos manifiesta a México y al mundo que: “Siendo las 02:08 del 25 de mayo del 2014 en el frente de combate suroriental del EZLN, declaro que deja de existir el conocido como Subcomandante Insurgente Marcos”… “Por mi voz ya no hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Burlando a la muerte también suscribe el comunicado el Subcomandante insurgente Galeano.
En esta carta Marcos nos cuenta que el proyecto zapatista apuesta por la vida, la libertad y la democracia.
Que para esto, el EZLN en los últimos 20 años creó un efecto distractor, un holograma, creó a “Marcos”, para tener tiempo de desarrollar un proyecto que fundó escuelas, centros de salud, economía solidaria. Tiempo de profunda organización en el que se dio un relevo múltiple y complejo: generacional, de clase, de dirección política y “el más importante, el relevo de pensamiento: del vanguardismo revolucionario al mandar obedeciendo, de la toma del poder arriba a la creación de poder de abajo, de la política profesional a la política cotidiana, de los líderes a los pueblos, de la marginación de género, a la participación directa de las mujeres, de la burla a lo otro, a la celebración de la diferencia”.
En este lapso el pensamiento zapatista afinó su comprensión y sentido de la democracia. Continúa Marcos: “no buscábamos ni pastores que nos guiaran, ni rebaños a los cuales conducir a la tierra prometida. Ni amos ni esclavos. Ni caudillos ni masas sin cabezas”… “Es nuestra convicción y nuestra práctica que para revelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos ni mesías ni salvadores. Para luchar solo se necesitan un poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización. Lo demás o sirve al colectivo o no sirve”.
Este es el pronunciamiento zapatista, de enorme sentido ético, de renunciamiento material, escrito desde la tierra y la selva, desde la sangre de sus caídos y torturados, desde la opción por la vida.
En contraste en el Ecuador, la revolución ciudadana (Alianza Pays, AP) sin argumentos que no sea la permanencia de “su proyecto” (¿político? o ¿personales?) ha anunciado su lucha por la reelección indefinida. De concretarse tal aspiración no haría sino enterrar toda noción de participación ciudadana y de relevo democrático, afirmar el caudillismo, el vanguardismo, el “cambio” y control desde arriba.
Frente a esto los revolucionarios ecuatorianos en quién se inspiran: ¿en el EZLN? o ¿en AP?