Una de las metáforas más antiguas de la literatura finlandesa, hacia el año cien, se refiere a la lengua como la espada de la boca. Los rapsodas que cantaban por las aldeas nórdicas conocían ya la capacidad que tiene la lengua para causar daño. Con la espada de la boca, en una sabatina, fue herida la Unión Nacional de Periodistas cuando se dijo que era utilizada como arma política y financiada por una Embajada extranjera. El gremio de los periodistas publicó un comunicado solicitando al Presidente que presente las pruebas de semejante infundio o que lo rectifique en una nueva cadena nacional. Con la espada de la boca respondió el Secretario de Comunicación asegurando que “la insinuación del Presidente, lejos de ser una afrenta, es un postulado válido (…) en el que se deja abierto el beneficio de la duda”. El fundamento de las sospechas del Secretario es que el Presidente de la UNP legitima los informes de Fundamedios que es financiada por la AID, según los cables de Wikileaks. Parece que ha olvidado que el Gobierno consideraba tan falsos esos cables que expulsó a la Embajadora de Estados Unidos.
La espada sirve no solo para herir sino también para hacerse daño. Con la espada de la boca acaba de darse muerte política en Venezuela el periodista mimado por Chávez, Mario Silva. Al hacerse pública una conversación suya con un agente cubano de seguridad, ha quedado como traidor en el Gobierno y no le ha servido de nada proclamar la fidelidad a todo el mundo antes de buscar algún escondrijo.
Con la espada de la boca se hizo famoso Mario Silva como presentador estrella de la televisión estatal y el programa “La hojilla” desde donde mataba la honra de los que se oponían a la Revolución Bolivariana y donde tenía licencia para decir las peores groserías que se hayan dicho desde la pantalla. El mismo Chávez llamaba para dar alguna noticia o echar candela contra sus adversarios. Silva era el periodista favorito del comandante, por eso le hizo candidato para la gobernación, pero perdió. En la conversación que se hizo pública esta semana, con la espada de su boca, dividió en dos al gobierno de Maduro, a la mitad les caracterizó como vampiros dedicados a la corrupción y a la otra mitad como incapaces cuya capacidad de sobrevivir puso en duda.
Cuando se confunde periodismo con política siempre está garantizado un mal fin. El periodismo está al servicio de la sociedad pues en nombre de ella vigila a los elegidos para gobernar. Los políticos están el servicio del partido o del Gobierno que es siempre temporal. Los políticos pasan, los periodistas permanecen porque no ganan ni pierden, solo cumplen su papel. Los políticos cuando aparentan ser periodistas no buscan la verdad, parten de su verdad y con frecuencia la defienden con fanatismo. En boca del fanático, como decían los rapsodas, la lengua es una espada.