Años atrás, cuando las economías europeas se encontraban boyantes instituyeron el diálogo entre los actores sociales, para con la participación de los gobiernos adoptar, a través de la vía del consenso, las medidas adecuadas para sus países. El mecanismo incluso llegó a tener vigencia supranacional, con la integración de un órgano de la Unión Europea que convocaba a más de gobiernos, trabajadores y empleadores a representantes de la sociedad civil, que se pronunciaban sobre los temas económicos y sociales que interesaban a la Región. Este fue implementado entre los países del Mercosur y en el grupo Andino se hicieron esfuerzos por integrarlo, sin que se llegara a materializarlo. Con la integración en estado de coma, el Consejo en los países sudamericanos ha tenido muy poca relevancia. En Europa en cambio, cuando no se hallaba azotada por la crisis, el diálogo social rindió frutos importantes en varios países, en particular, en España, el denominado Pacto de la Moncloa fue valioso instrumento para superar diferencias en forma institucionalizada.
Con esa experiencia el país ibérico apoyó la creación de los denominados Consejos del Trabajo que se instituyeron, con la asistencia de la OIT, en la mayoría de países iberoamericanos. Estos entes integrados por trabajadores, empresarios y gobiernos estaban encargados de analizar las propuestas de cambios en materias laborales y de la seguridad social para, con el soporte ético de haber sido producto del consenso, solicitar a los entes legislativos de los respectivos países que acojan sus resoluciones como normas de aplicación obligatoria.
Las experiencias en los diversos países han sido distintas. Sin embargo, el evento de la crisis española ha puesto sobre el tapete la validez del mecanismo. El Gobierno español, con mayoría en los estamentos legislativos, ha pasado una reforma laboral muy criticada por los sindicatos. El consenso en esta ocasión no se produjo, lo que ha provocado malestar en las filas sindicales.
De su parte, el Gobierno ibérico defiende como indispensable la reforma para evitar que la situación en suelo peninsular se deteriore aún más.
Pero no sólo allá el diálogo ha sido obviado. Con ocasión del 1 de mayo se publicitó acá que las centrales sindicales han presentado a la Legislatura un nuevo proyecto de Código del Trabajo. Por su lado, se conoce que el Gobierno, con la asesoría de la OIT, entidad que tiene como pilar fundamental el diálogo tripartito, se encuentra preparando un nuevo cuerpo legal sobre esa materia. Hasta el momento no se conoce que las partes involucradas hayan sido convocadas para tratar sobre el tema. Por las causas que fueren, en uno y otro lado, el diálogo aparece como un mecanismo fuera de uso. Lastimosamente las urgencias y realidades de cada país hacen que se aparten de prácticas que antes decían predicarlas.