El universo, espacio gigantesco, que gira y nos hace girar en una comunidad y dentro de nosotros mismos, no comprende el no, así de categórico. Esto me lo hizo entender un amigo, re encontrado reciente y afortunadamente y, en una de esas conversaciones profundas que se dan, me explicó su teoría, llegada a él de otros humanos que entienden de energías. El universo entiende el sí, la energía positiva, la entrega afirmativa a la vida, sus deberes y obligaciones; me aseguró. Creo absolutamente en la fuerza de las energías y cualquiera lo puede probar, una sonrisa atrae sonrisas, una cara amargada atrae amarguras. La actitud agresiva produce agresividad. Son cosas sencillas que debemos intentar y practicar a diario.
Ecuador, energéticamente hablando, está en el centro positivo y afirmativo, lo que debería brindarnos equilibrio y tranquilidad; esa paz inmensa característica de nuestro país que se pierde en el fragor de una batalla política egoísta, vanidosa y unipersonal. Los cambios son positivos si su fin es el bien común. Tampoco se refiere a un sí político engañoso que confunde y crea intranquilidad, destruyendo la unidad .
Está centrado en la adquisición de bienes materiales indispensables, intentando liberarse de lo superfluo; viviendo la sencillez. La vida comienza por una sonrisa y un saludo, la amabilidad entre ciudadanos, ayudar a alguien de la tercera edad a cruzar la calle o a una persona con capacidades diferentes a alcanzar una meta. Ceder un espacio en el complicado tráfico y agradecer cuando alguien nos lo brinda, haciendo que se mueva rápido y que el semáforo parezca menos largo. Brindar lo mejor de nosotros, en pequeñas y grandes cosas.
El universo entenderá nuestro sí, cuando fluyamos, dejemos de quejarnos y comencemos a creer que los problemas no son solo nuestros, cada uno carga con lo que le toca. Siendo generosos y, entendiendo que todos somos iguales, y por lo tanto, con similares posibilidades de éxito si lo hacemos con energía positiva. Con un sí definitivo al hecho de que podemos lograr nuestras metas, personales, comunales y de país. Que sí es posible la unión para lograr líderes políticos positivos y únicos que buscarán el bien general, que sí es factible el cambio para desarrollar este país sin dividirlo más, pequeño geográficamente pero grande en posibilidades, que sí es posible ser parte de este cambio con consciencia dejando de lado vanidades. Finalmente y, aunque pensemos que son nimiedades, sueños imposibles o utopías, para comenzar el nuevo año, démonos un sí a nosotros mismos y nuestras metas y que figure la importancia de, cómo individuos, luchar por un cambio positivo para un país necesitado. El universo entiende nuestro sí.