Contra todo pronóstico, el Gobierno se ha convertido en un ejemplo para los empresarios. Cuánta riqueza se crearía, cuántas plazas de trabajo se generarían, cuántas oportunidades para mejorar las condiciones de vida habría, si los operadores del sector privado emularan la eficiencia de la administración pública y aumentaran sus ingresos al ritmo que lo hace el Régimen. El actual proyecto de reforma tributaria es una muestra más de cómo se deberían administrar las empresas en este país.
¿Qué empresa ha duplicado los ingresos de una línea de negocios lanzada al mercado en el año 2008? El Gobierno no duplicó el ingreso de un impuesto que entró en vigencia en 2008. No lo triplicó. En el año 2010 la recaudación correspondiente al Impuesto a la Salida de Divisas fue 12 veces mayor a la de 2008. Ya se hubiera querido Carlos Slim mostrar alguna vez semejante evolución de los ingresos en tan corto tiempo.
Pero aquel resultado es recién el abreboca de lo que se puede aprender en el MBA que el Gobierno dicta con el ejemplo. A medida que pasa el tiempo, resulta evidente que la enseñanza fundamental del ciudadano-gerente a los otros gerentes es que si un producto tiene acogida en un mercado de consumidores cautivos, no hay que romperse el coco tratando de mejorar la cadena de distribución, buscando procesos que permitan reducir los costos o intentando otras tonterías por el estilo. Hay que explotar al consumidor.
Ahí está la demostración: desde que el Gobierno lanzó este ‘producto’, ha duplicado dos veces su ‘precio’ y la ‘facturación’ ha pasado de USD 31 millones en 2008 a USD 371 millones en 2010. Ahora pretende fijar el precio 10 veces más alto que el inicial, con lo cual se metería unos USD 1 000 millones el próximo año, casi la mitad de lo que recauda con el Impuesto a la Renta.
De USD 31 millones a USD 1 000 millones en cinco años: a ver cómo le quedó el ojo a Slim. En tanto, Karl Marx debe estar revolcándose en su tumba viendo cómo su tocayo se volvió un referente para los empresarios.
Por supuesto, para ser un empresario exitoso, además del espíritu de acumulación insaciable, el marketing es crucial. El Gobierno, por ejemplo, publicita que tiene que subir este impuesto para que no salga más plata del país, aunque los datos muestren que mientras más sube la tarifa, más plata sale.
Con hechos el Gobierno está fomentando el ánimo de lucro, lo cual es bueno porque esa es la base para crear una cultura de emprendimiento e innovación. Así, quién sabe, tal vez algún día tengamos nuestro propio Steve Jobs. El único problema es que el rol del Gobierno no es succionar el bolsillo de los ciudadanos ni liquidar a los que producen. De manera que ahora solo falta que deje de dar tanto ejemplo y tanta clase y se dedique a lo suyo.