El atraso de sueldos de futbolistas en varios equipos solo revela una enfermedad grave, que hay que remediar.
La huelga de futbolistas y el acuerdo anunciado para alcanzar el pago de los sueldos atrasados debe ser una oportunidad para tocar temas de fondo del fútbol ecuatoriano.
Que durante largos meses varios equipos del fútbol ecuatoriano no sean capaces de pagar las nóminas y que, además, tengan deudas tributarias pendientes, es señal de que algo está pasando.
Más allá del acuerdo que anunciaron los dirigentes de los jugadores y la Federación Ecuatoriana de Fútbol, lo sucedido no debe echarse al olvido. El pago de meses atrasados en algunos equipos no debe ser un parche que oculte los temas que demandan soluciones radicales.
La participación de la Selección en el Mundial y sus resultados no son obra de la casualidad sino que responden a temas profundos, para cuyo análisis no basta con cambiar a un técnico o culpar a los futbolistas que, en general, son los mejores con que cuenta nuestro fútbol.
Hace falta remozar las estructuras de los equipos. Que los clubes sean empresas contemporáneas con datos técnicos e instrumentos tecnológicos que les permitan generar recursos por los derechos de transmisión, publicidad, venta de jugadores al exterior y las taquillas.
Para que la gente vuelva a los estadios hay que procurar una calidad de espectáculo superior que, a su vez, construya un círculo virtuoso y comprometa a los deportistas a rendir al máximo.
Será fundamental trabajar en las divisiones menores, para garantizar el recambio que, quizá, debe llegar también a la dirigencia nacional sin reelecciones.