Si usted quiebra, el problema es suyo. Si el Estado quiebra, todos tenemos un problema. Y lo más grave es que los más afectados bien podrían ser los niños de la actualidad o los niños del futuro.
La cuestión es sencilla. Cuando una persona o una empresa se queda sin plata para cubrir sus obligaciones, entran a funcionar múltiples mecanismos para que ese proceso sea medianamente ordenado.
La idea es que los activos y los futuros ingresos de quien anda en problemas sean usados para cubrir sus deudas y sus futuras obligaciones. Ahí es donde se tiene que armar cosas como las ‘prelaciones’ que indican a quién se debe pagar primero, etc.
Evidentemente, un proceso de ese tipo tiene que ser terrible para cualquier persona o para el gerente de cualquier empresa que esté en problemas.
Pero cuando el Estado se queda sin plata para cubrir sus obligaciones la cosa es muy distinta, peor aún si dentro de quien representa al Estado (el gobierno) no existe una división de poderes que cree los contrapesos necesarios para lograr equilibrios.
Empecemos con el ejemplo de la seguridad social. Si tenemos una población que está empezando a envejecer y donde está previsto que caiga la relación entre trabajadores (aportantes) y jubilados, entonces lo lógico es ahorrar en la actualidad para poder pagar las pensiones del futuro.
Ahorrar para los jubilados del futuro significa tres cosas: cuidar los gastos de hoy, invertir sabiamente las contribuciones actuales y ahorrar el aporte del gobierno. Claro que eso le cuesta al gobierno, pero es la única manera de ir ahorrando poco a poco para no verse obligados (en 10 o 20 años) a aumentar las contribuciones o bajar las pensiones.
Pero los que se jubilarán en las próximas dos décadas ni se conocen ni están organizados y, por lo tanto, no pueden defenderse si se quita el aporte del gobierno a la seguridad social. En este caso, como el gobierno está sin plata, deroga su aporte y soluciona parte de sus dificultades financieras.
Y lo puede hacer porque es ‘el gobierno’. Porque cuando las personas o las empresas estamos sin plata no podemos unilateralmente derogar nuestras obligaciones.
Otro ejemplo son los fondos de jubilación privados, como el de los maestros. Como el gobierno está sin plata, simplemente asume su administración y, obviamente, en el futuro esos fondos van a invertir con mayor énfasis en bonos del Estado y con eso se solucionará otra parte de los problemas de financiamiento del gobierno. Y si lo pudo hacer es porque es ‘el gobierno’.
Y cuando se dio cuenta de que les estaba pagando demasiado a sus altos funcionarios, de un plumazo les bajó el sueldo (algo que no pueden hacer los privados). Y como es ‘el gobierno’ puede seguir obteniendo préstamos y pocos protestan porque quienes los pagarán son la próxima generación, los niños del presente o los del futuro.