Un asambleísta de AP propone que la Corte Constitucional elimine la cláusula por la cual los actuales mandatarios no pueden reelegirse, fue la concesión hecha por el gobierno ante las protestas persistentes contra la reelección indefinida.
El grupo “Rafael Contigo Siempre” recoge firmas para hacer un referendo con el mismo fin y que Correa vuelva a presentarse. Este dice que lo haría, así se supone que se concretaría esta enmienda. Se argumenta que es una estrategia de chantaje y de diversión para no abordar temas candentes. Eso sería concordante con este personaje presidente.
Este pragmatismo para mantenerse en el poder, empero, está reñido con la ética. Sería una burla a la población, con la que expresó su rechazo a la reelección como con la palabra empeñada por el gobierno. Para salir al paso ante la protesta se mintió con piruetas legales inconsistentes. Se podría decir y hacer cualquier cosa con tal que sus propuestas se vuelvan aceptables, luego contrariar la promesa hecha. Trampear sería legitimo, habría una causa superior, la del reducido grupo del poder. El cinismo sería legitimo.
Pierde sentido la responsabilidad pública del respeto a lo prometido y la democracia que supone la transparencia de los electos. Y, al nivel de la política práctica, estos hecho ahondan su desprestigio, a lo mejor todavía no con sus mayorías clientelares, sobre todo en la Costa, pero sí en los sectores más activos de la vida política y social que terminan por diseñar tendencias.
Las encuestas indican que baja la aceptación y credibilidad de Correa y de la propensión al voto por L. Moreno y J. Glass, mientras la oposición de derechas sube. La tendencia está establecida. En Argentina, Bolivia, Brasil y Venezuela las elecciones seccionales mostraron tendencias electorales que se consolidaron en las presidenciales y legislativas siguientes. En Ecuador se vio la reducción del voto pro-AP en las ciudades, en la Sierra, antes bastión de Correa.
Incrementó en la Costa. Estos hechos pueden llevar a que AP sea más de derecha y populista de lo que es. Reforzará el clientelismo cuando no tiene dinero, un problema que la demagogia no podrá esconder.
El electorado serrano parece en buena parte encaminarse a la derecha; un cambio histórico en relación a fines del XX. Pero, si vemos que la mayoría de este electorado no tiene aún opción definida, puede pensarse que el centro-izquierda tiene posibilidades de ganar cierto espacio; una disputa previsible con la derecha y parte de AP. Habrá una disputa de un electorado serrano en redefinición.
Ahondar la polarización y la propaganda ya no tiene el mismo impacto, en un contexto de perdida de legitimidad gubernamental, mejor le viene una salida honorable si se centrase en poner en valor su lado positivo y hacer que la sociedad y el gobierno asuman la crisis.
jleon@elcomercio.org