Las proyecciones pesimistas del FMI para el próximo quinquenio se cumplirán si el Ecuador no hace lo necesario para salir de la situación en que se encuentra.
Hasta ahora el debate económico se ha circunscrito a lo obvio y ha soslayado lo fundamental.
Lo primero es la recesión de la economía ecuatoriana por la disminución de los ingresos petroleros y el excesivo gasto estatal, y lo segundo es bajar los costos y los precios de la economía ecuatoriana si queremos mantener la dolarización.
Mucha energía se ha gastado en ver lo que está claro frente a nuestros ojos: el retroceso económico del Ecuador. Pero a partir de este reconocimiento poco se ha dicho y hecho para evitar que la contracción se profundice y dure demasiado tiempo.
El gobierno, culpable de imprudencia fiscal, ha utilizado la variable inversión pública para ajustar los gastos a las disponibilidades pero la empresa privada no lo ha sustituido como inversionista por falta de proyectos rentables y por desconfianza.
Siendo la economía lo esencial de nuestros pesares no hay rigor analítico para construir un consenso nacional por la necedad y opacidad del gobierno y porque la oposición solo propugna – sobre la base de posiciones unilaterales- un ajuste patrocinado por el Fondo Monetario Internacional, con el riesgo de repetir la receta que sumió al país en la debacle de fin de siglo.
La recuperación económica, prescindiendo de la dependencia petrolera, es una tarea compleja que exige un cambio de actitud de todos. El gobierno no puede insistir solo en precautelar una votación en favor de su continuidad ni la empresa privada debe ser pasiva en cuanto a ser competitiva.
Disminuir los costos internos no es fácil, pero algo habrá que cambiar: trabajar bien 8 horas de 60 minutos, revisar la política salarial podando los latisueldos para no despedir a los trabajadores de base y mantener el consumo, disminuir las altas expectativas de ganancia de los accionistas y dar créditos productivos a proyectos de generación de dólares.
En dolarización lo básico es mejorar la productividad de manera auténtica – sin esperar subsidios – a fin de competir dentro y fuera del país.
Los subsidios deben focalizarse mediante un proceso gradual y justo como el de la gasolina super, pues hay que apretar el cinturón especialmente de quienes ya tienen cintura gruesa.
Ante las dificultades para cambiar la matriz productiva debemos mejorar urgentemente la producción actual, aumentando lo que ya exportamos e incorporando valor agregado nacional a todo lo que hacemos.
El agro sigue produciendo en muchos casos de manera arcaica, sin incorporación tecnológica y sin establecer cadenas integradas hacia adelante para vender productos agroalimentarios.
Por esta diferencia de productividad seguirá el contrabando de los productos de Perú y Colombia hacia el Ecuador.