Aunque el presidente de los Estados Unidos inició oficialmente su mandato a comienzos de año, da la impresión que, tras el bombardeo de la base aérea de Bashar El Asad en Siria y el despliegue militar frente a las costas de Corea del Norte, la era Trump ha comenzado.
Estos hechos marcan un giro sustancial frente a lo que fue la política exterior norteamericana en la época de Barak Obama. Las dos acciones, pese a que han sido calificadas por sus más cercanos colaboradores como un mensaje claro a cualquier nación que opere fuera de las normas internacionales, ponen de manifiesto una tendencia de lo que será el comportamiento de los Estados Unidos en el mundo.
Un comportamiento que se distancia de las posturas iniciales de Trump. El ataque a Siria, por ejemplo, no solo que marca un claro distanciamiento con el presidente ruso Vladimir Putin sino un llamado de atención de que EE.UU. no va a dejar espacios libres para que otras potencias expandan su presencia e influencia estratégica.
Acciones que nos recuerdan la forma de concebir las relaciones internacionales de parte del partido Republicano. Mucho más ofensiva. No hay que olvidar que la intervención de Estados Unidos en Iraq y en Afganistán se da en el mandato del presidente George W. Bush. En consecuencia, este giro de los Estados Unidos no responde únicamente al criterio que tiene Trump sino al peso que ahora está teniendo la cúpula del partido Republicano.
Curiosamente, la intervención en Siria y el despliegue militar en la península de Corea se da luego de la reunión mantenida la semana pasada entre Donald Trump y el presidente chino Xi Jinping. Aunque no se conocen los detalles de dicho encuentro, es de suponer que estos temas fueron tratados por ambos presidentes.
Sin embargo, el silencio de Jinping evidencia un claro desacuerdo. Esto se ha hecho patente con las recientes declaraciones del secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson: “si Pekín no coopera, (Estados Unidos) actuará por su cuenta”.
Esto ha hecho que la tensión siga subiendo en la península coreana. Luego del despliegue militar norteamericano, el líder máximo de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha advertido de las “consecuencias catastróficas” que tendría para los Estados Unidos si continúa con sus provocaciones. El régimen norcoreano cuenta con misiles de largo alcance, los cuales pueden llegar incluso a territorio estadounidense.
La situación en Siria también es preocupante, mucho más cuando los aliados del presidente Bashar El Asad (Rusia e Irán) han advertido que responderán con fuerza si EE.UU. vuelve a atacar a Siria. Más allá de la advertencia norteamericana a El Asad por el uso de armas químicas contra civiles, el problema de fondo es que se opte por la vía militar como la alternativa para la resolución de los conflictos. El papel de EE.UU. como policía del mundo solo puede traer más guerras, muerte y devastación.