Blindar la dolarización es quizás de los pocos temas en que hay un evidente consenso en el Ecuador. Y no porque los ecuatorianos necesariamente quieran ser dependientes del signo monetario de los Estados Unidos de América al extremo de renunciar a la moneda propia, sino como única posibilidad de salvar sus recursos, como inversión o ahorro, o como poder adquisitivo, frente a cualquier gobierno que aun cuando ofrezca una disciplinada política monetaria, sabe que aquello no será cierto, porque siempre pesarán más las ansias fiscales de tener más dinero para gastar y los sesgos políticos, peor en la campaña interminable que vivimos en el país.
En Cuba, desde el inicio de la Revolución, 1959, fue prohibido penalmente guardar dólares en billetes, debió establecerse un mecanismo complejo para ingresarlos al país, cuando se recibían transferencias; y, nunca faltaron los que hacían sus artes para conservarlos en billetes.
Argentina, cuando saltó en pedazos la convertibilidad: un peso igual un dólar, entró en una carrera devaluatoria y de pérdida del poder adquisitivo de la moneda nacional, generándose un mercado paralelo cambiario visible, en los hechos intocable.
En Grecia la moneda es el euro de la Unión Europea. Todo el discurso supuestamente soberano de no someterse a disciplinas fiscales y económicas no decididas soberanamente, se estrelló ante el riesgo de salir del euro y estar obligado a tener moneda propia.
La soberanía es una farsa manipulada por los gobiernos, cuando hunde en la quiebra a los que tienen algo y en la pobreza a los de menores ingresos. Los seres humanos quieren mejorar su calidad de vida, no necesariamente pasando por hundir a otros. La mejor redistribución es por la creación de más fuentes de ingresos, con una política tributaria no confiscatoria.
No faltarán los teóricos –algunos de buena fe- que argumenten las ventajas de decisiones soberanas para regular la emisión de la moneda nacional y manejar la relación con el sector externo, en exportaciones, importaciones, inversiones y transferencias. Pero, la gran mayoría de los ecuatorianos, por las experiencias vividas en anteriores gobiernos y con el actual, responde: ¡cuento!
Cuando el actual Gobierno impuso las salvaguardias arancelarias, le dio como a bombo en fiesta a la dolarización, publicitando que de no haber esta, habría habido la posibilidad de un manejo “soberano” del tipo de cambio, sin estar amarrados al dólar. Terror. El Presidente, el día 25 de junio se vio obligado a ser enfático: “….mientras yo sea Presidente, se mantendrá la dolarización, salir de esta sería una hecatombe”.
Lo que falta es sentir que las decisiones y acciones son coherentes con el enunciado. Nada de terrorismo económico ni desde el poder, ni de otros sectores.