El caso es que, no hace mucho, mientras la cotización del dólar caía en picada en las pizarras financieras latinoamericanas, las dos excepciones en que subía y había ‘mercado negro’, eran Venezuela y Argentina.
Y en la Argentina de Cristina Kirchner esa situación tiende a agravarse – no es que la de Venezuela no sea grave- desde que se comenzó a aplicar ya a fines del año pasado una serie de medidas de control de cambio y ‘pesificadoras’. Esto es así, aunque en estos días las autoridades estén más contentas porque en el último trimestre ( abril a junio) la salida de dólares del sistema bancario – la fuga de capitales- se redujo a algo menos de los 2 000 millones como resultado del incremento del control y que se obligó a las empresas a repatriar sus ganancias .
La comparación de los números justificaría tal optimismo : en igual trimestre del año pasado la salida de dólares fue de 6 100 millones y durante el 2011 huyeron del país 21 500 millones, monto que casi duplicó la fuga del 2010 que fue de USD 11 400 millones. Sin embargo, por otro lado caen los depósitos en dólares; casi 500 millones en el último mes.
Es que la gente tiene miedo a la ‘pesificación’ obligada y esos dólares quedan ‘por ahí’ a la espera de el momento oportuno para fugarse.
El gobierno de Cristina Kirchner, con un país aislado, con una prima de riesgo que oscila en los 1 000 puntos y que necesita divisas y tiene cerrado los mercados internacionales , se afana y hace lo que sea por retener los dólares y evitar su salida. Ha restringido las importaciones y obliga a diversas empresas y sectores de la producción- caso minería, energía y seguros- a repatriar ganancias de sus exportaciones y volver las inversiones al país.
Las medidas cada vez asustan más a la gente: la pesificación ‘hoy voluntaria’ de los depósitos, -con Cristina Kirchner con sus USD 3 millones a la cabeza- y la libertad para pagar en pesos préstamos contraídos en dólares, crean incertidumbre. Mucho más por cierto que los ‘perros entrenados para olfatear dólares’, que controlaban a los argentinos que pasaban sus vacaciones de verano en Uruguay. Frente a ello se buscaban variantes ingeniosas –hasta en el caño de escape de los autos- u optar por el ‘euro’ con el que burlaban el olfato de los canes a los que no los habían preparado para la alicaída moneda europea.
Y ocurre que a veces mucha gente recién se da cuenta de que está efectivamente perdiendo sus libertades y derechos cuando no puede comprar un dólar y entonces empieza a enojarse en serio con el Gobierno.
Y esto puede suceder incluso en la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner, a la que, además, en un comunicado de hace unos pocos días el Instituto Internacional de la Prensa (IPI) con sede en Viena, ha calificado como “ uno de los peores (países) infractores de la libertad de prensa en América Latina en el año 2012”.