Coincido con la opinión del economista Walter Spurrier, quien ha manifestado en uno de sus últimos artículos, que “el aumento del dinero que circula en la ecomía, lleva a que la demanda de productos crezca más rápidamente que la posibilidad de ofrecerlos, con lo que suben los precios” y que “mientras siga habiendo alto gasto público, la tendencia continuará al alza de las tarifas de los servicios”.
Me preocupa eso sí, que él sostenga, que el Gobierno quiere nivelar los salarios subiendo los más bajos, dinamizar la economía vía gasto público y reducir las importaciones de bienes de consumo, ya que el costo de todo ello es la inflación, la cual pagamos todos.
Pese a que varios sectores de la economía nacional han tenido estos últimos años un crecimiento extraordinario y por ende muy buenas utilidades, como el sector financiero, de la construcción, de telecomunicaciones y el automotor, este último durante el año 2012, verá sus ventas disminuir en un importante porcentaje debido a la restricción en los cupos de importación que les fueron asignados.
El precio que se paga por un vehículo nuevo en el Ecuador es de infarto.
Es necesario abrir nuestra economía al mundo y llegar a acuerdos comerciales, sobre todo, con los Estados Unidos (EE.UU.) y con la Unión Europea (UE), los cuales son nuestros principales socios comerciales.
El Estado tiene que darse cuenta de que no puede prescindir de la empresa privada y que no basta que este ponga a circular miles de millones de dólares en nuestra economía para que el país crezca.
Es preocupante la falta de inversión extranjera en nuestro país, debido en mi opinión, a la falta de seguridad jurídica; a la falta de planificación y previsión en materia tributaria; y, al incremento del impuesto a la salida de divisas del 2 al 5%, prueba de ello es que durante el año 2011 (desde enero a septiembre), sólo se captaron 385 millones de dólares.
No basta el crecimiento de la economía de un país para atraer a los inversionistas.
A pesar de que el Ecuador ha crecido económicamente en un 8% anual según varios economistas, los inversionistas requieren de tres elementos básicos para invertir sus capitales: seguridad jurídica, política y económica; más aún en un país como el nuestro, el cual por su tamaño pudiera considerarse poco atractivo para muchas de las grandes multinacionales.
Es necesario diversificar las exportaciones y estimular al sector productivo con reglas del juego claras y estables, así como mantener un diálogo permanente entre el sector privado y el público.
Ojalá que podamos seguir el ejemplo de países como Taiwán, el cual de la pobreza pasó a la prosperidad en cuatro décadas, y que cuya riqueza se fundamenta sobre todo en la empresa privada.