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Devuélvanos la Patria, antes una sola y tricolor, no verde aguada, donde no impere el insulto, donde haya cabida al disenso y, por ello mismo, al acuerdo, a la conjunción de varios pensamientos y voluntades diversas. Devuélvanos la visión del bien común, la equidad, la justicia, la igualdad como único norte de la acción de los gobernantes; donde no reine la corrupción y el hambre del bolsillo como el apetecible propósito para firmar contratos en los que se comprometen fondos públicos.
Devuélvanos el concepto de ahorro y previsión; mesure el gasto, la utilización de los bienes públicos, el número de ministerios y de funcionarios del Estado; el pago de viáticos de los burócratas, secretarias y guardaespaldas que le acompañan a los gabinetes itinerantes, o de los cortesanos que disfrutan de los viajes al exterior. Devuélvanos la concordia y paz que la mayoría de ecuatorianos gozábamos los sábados.
Devuélvanos los niveles de deuda externa e interna que Ecuador tenía antes de su gobierno, donde no se entregaba la soberanía, ni el petróleo ni el futuro a ningún país, cualquiera fuese su ideología política. Devuélvanos las libertades de expresión e información, cada vez más restringidas por las leyes que las reprimen, y por el afán de perpetuarse en el poder eliminando cualquier voz disidente.
Devuélvanos el respeto y el prestigio que Ecuador perdió en el concierto internacional al alinearse con países gobernados por dictaduras disfrazadas de democracias, y por los permanentes ataques a los organismos internacionales y de derechos humanos. Devuélvanos aquella belleza llamada Yasuní, un pulmón de los ecuatorianos para el mundo.
A pesar de la inevitable crítica que este artículo recibirá de algunos jueces, devuélvanos la justicia independiente, impoluta, a la que no le hayan “metido la mano”. Que no esté sujeta a las directrices del Consejo de la Judicatura, o de ciertos abogados “influyentes” del Gobierno, ni de los ‘Chuky Seven’ que redactan las sentencias que deben dictar ciertos jueces. Devuélvanos la Fiscalía libre de presiones y una Contraloría que pueda ejercer las atribuciones previstas en la Constitución.
Devuélvanos unas Fuerzas Armadas que cumplan su misión y no funciones que vayan contra la naturaleza de su profesión y prestigio. Devuélvanos una Policía que no se infiltre en manifestaciones de la oposición, ni que emplee toletes para abollar ideas contrarias a las suyas.
Devuélvanos la democracia, la independencia de poderes; donde exista una Asamblea Nacional que represente al pueblo y su diversidad, en la que la mayoría de sus integrantes sea gente deliberante y no obediente.
Devuélvanos todo aquello que nos han arrebatado (la lista es larga y este espacio es corto), y que nos pertenecía y pertenece desde siempre y hasta siempre. Felicidades ecuatorianos, y que 2016 nos traiga vientos de cambio que tan solo lo obtendremos con la unidad.