El año que está por finalizar ha sido devastador para el socialismo del siglo XXI, una corriente que está en retirada y que ha ingresado en la galería de los fracasos (¿engaños?) de la historia. El 2015 deja claros indicios de esto.
Ya casi nada queda de la audacia, la arrogancia y la seudosoberanía con las cuales se pretendió barnizar un sistema -que ya falló en la centuria pasada en otras geografías- para aplicarlo en países de la región.
Después de los experimentos social y político del chavismo, kirchnerismo, petismo (o lulismo), etc., las tareas de reconstrucción en Venezuela, Argentina, (y también en Brasil), etc. se anuncian colosales. Tomarán años y demandarán enormes sacrificios.
Al final de cuentas, los habitantes de Estados del ‘eje bolivariano’ -no solo los que votaron por ellos- deberán pagar de su bolsillo las consecuencias del desastre que dejan los regímenes del ‘socialismo tropical’. Estos aprovecharon la bonanza petrolera y los altos precios de las materias primas y no ahorraron nada para las épocas difíciles, como la que se vive ahora. Peor aún: acumularon deudas.
Finalizada la bonanza y hecho trizas el supuesto ‘milagro’ económico creado por la propaganda oficial, parte de la región ha asistido este 2015 a dos eventos. Uno: el dramático retorno a la realidad desde el ‘mundo paralelo’ levantado en el aire por los neopopulistas. Y dos: el colapso de un esquema político insostenible.
Por causa del efecto dominó de los descalabros electorales del chavismo y del kirchnerismo -y también de la izquierda encabezada en Bogotá por el chavista ‘light’ Gustavo Petro-, el desplome del ala bolivariana tiende a profundizarse. Y existen razones para pensar que la onda expasiva pudiera alcanzar a Bolivia, cuyo Presidente busca perpetuarse en el poder a través de una consulta popular, que se realizará en febrero del 2016. Aunque, como ya se ha dicho, Evo Morales sí ha dirigido una gestión exitosa.
El 2015, entonces, ha marcado el triste inicio del fin de una suerte de ‘aventurerismo’ político, que ha puesto énfasis en lo social pero que ha sido devorado por la corrupción, la crisis económica, la impreparación, la convulsión política y la utopía socialista. Salvo un ‘milagro económico’ que nadie avizora, el 2016 y el 2017 ahondarán la caída de un sistema político que se puso el disfraz de izquierda y que ha sido desenmascarado.