Acorralados por sus propios errores, habiendo llevado a uno de los países más ricos de la Región a niveles impensables de desabastecimiento y escasez, cuando las encuestas de opinión dan cuenta de una población fatigada y hastiada con el experimento que los ha conducido a situaciones inimaginables como realizar una diaria odisea para abastecerse de suministros básicos, temerosos que en la renovación de la Asamblea Legislativa que deberá tener lugar este año el electorado les coloque en minoría, el Régimen venezolano ha modificado nuevamente las reglas del juego para evitar que la oposición cope en los próximos comicios la Función Legislativa.
Ya lo hicieron en la ocasión anterior. Allí se produjo la aberrante situación que pese a que las fuerzas contrarias al Gobierno sumaron alrededor del 52% de los votos, el oficialismo se alzó con una mayoría suficiente para ocupar más de los dos tercios de la Legislatura, lo que le ha permitido actuar a sus anchas burlándose de los resultados arrojados por las urnas.
Una deformación de la democracia que fue factible cuando los petrodólares fluían sin descanso al interior de las arcas del país.
Con el abundante ingreso era posible conseguir que la población desvíe la mirada hacia lo sucedido, a fin de que el engaño pase inadvertido y consolidar así un poder hegemónico.
La treta en esa ocasión les funcionó y ahora retornan por más. A sabiendas que la aprobación de la gestión de gobierno ha caído en forma dramática en las últimas semanas, han modificado las normas con el propósito de restar representación a los distritos en los cuales conocen de antemano que la oposición es fuerte y aumentar en aquellos en los que consideran son aún bastiones chavistas.
La pretensión es simple y repetida. Aunque disminuya el número de votos a su favor, pretenden llevar más delegados adeptos a su causa quitándose representantes a aquellos lugares en los cuales existe resistencia a las tesis gobiernistas.
La oposición ha minimizado en esta ocasión la maniobra. Estiman que el deterioro del país es tal que aún en aquellos sitios que otrora fueron marcadamente adeptos al régimen, hoy la población no le apoyará como en otras ocasiones. Si las cosas fuesen así, aún habrá que esperar que nuevas sorpresas emerjan para intentar evitar que la denominada revolución bolivariana se quede sin respaldo en el ámbito legislativo, lo que significaría su declinación final.
Se trata de una experiencia aleccionadora. Estos grupos nunca han confiado en los sistemas democráticos en los que el pueblo se exprese libremente en las urnas. Los respaldarán en el discurso mientras puedan conseguir su apoyo. Pero en el momento en que las condiciones se vuelvan en su contra harán uso de toda clase de artilugios para evitar abandonar el poder.
No creen en la alternancia de ninguna clase e intentarán retener su control por todos los medios. El diseño institucional que realizaron está enfocado a ese objetivo. Un sudor frío los invadirá cada vez que piensen que se va acercando la hora de su fin.