Hoy, cuando se ve a los países europeos que (recién) están saliendo de la crisis en la que entraron en el 2007, uno se pregunta cuándo (y cómo) saldremos de la crisis a la que estamos entrando.
En Europa, Irlanda parecería ser el primero que está realmente superando la crisis y retomando la senda del crecimiento. Su PIB, luego de haber caído violentamente entre 2007 y 2009, ha crecido de manera notable en los últimos dos años, con 5% anual para 2014 y 2015, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Y si se puede aseverar que está saliendo de la crisis es porque su producción está en un nivel similar al que tenía en 2007, lo cual es positivo, pero es solo el primer paso para volver a ser la dinámica economía que le permitió ganarse el nombre del “tigre celta”, en referencia a los “tigres asiáticos”.
España también está recuperando su crecimiento y para este año se espera que lo haga a un ritmo de más de 3%, algo evidentemente bueno, pero que no le alcanzará para recuperar su nivel de producción anterior a la crisis. Y en el caso español, el desempleo sigue a unos niveles altísimos.
Entonces, estos dos países, las dos “estrellas” de la recuperación europea, parecería que finalmente han dejado atrás a la crisis, aunque todavía no pueden cantar victoria. Eso significa que, en el caso de Irlanda, se han necesitado siete años y ocho en el de España.
Y en los países nombrados, la recuperación ha sido más rápida que en el resto de Europa porque su reacción a la crisis fue rápida y relativamente ágil. Irlanda, además, tiene una economía sumamente flexible y que fue capaz de adaptarse en poco tiempo a una nueva situación mundial.
Por otro lado, y si bien todavía les queda un largo camino por recorrer, Portugal, Italia y Chipre están en franca recuperación y hasta Grecia parecería que dejó de contraerse. Claro que todos estos países tuvieron el apoyo de la Unión Europea, del Banco Central Europeo y, en algunos casos, del FMI.
Mirando todo eso, lo que habría que preguntarse es cuánto tiempo le costará al Ecuador salir de la crisis a la que estamos entrando, porque, si bien la contracción no será tan fuerte como en los países europeos, tampoco existen perspectivas de una rápida recuperación posterior.
El Ecuador no tiene una economía tan flexible como Irlanda, ni el apoyo de la Unión Europea o de su Banco Central (o de la Reserva Federal norteamericana). Y a pesar de algún diálogo que habrá habido con el FMI, falta mucho antes de que contemos con su ayuda.
No, la recuperación será lenta porque la inflexible economía ecuatoriana necesitará bastante tiempo para readaptarse a un mundo con menores precios del petróleo. Y después de ocho años de encarecernos y de perder competitividad, habrá un duro trabajo para que podamos volver a producir y a buenos costos.