Las cosas buenas superan ampliamente a las intenciones de deslegitimar la tarea periodística. La nutrida propaganda puede convencer a unos o a varios pero no vencer a los hechos que se difunden. Radio Quito cumple 73 años de servicio a la comunidad, buen tiempo para demostrar un trabajo profesional que no se puede opacar.
Como toda tarea humana, en el ejercicio diario se pueden cometer errores, y de hecho han ocurrido de buena fe, pero esa no es la misión ni la filosofía. El buen periodismo se ha impuesto y de eso dan testimonio miles y miles de oyentes en el país y en el exterior, que han permitido liderar los procesos informativos en la radiodifusión.
Cuántos excelentes profesionales -incluso servidores del actual Gobierno y entidades públicas- han pasado por los estudios de la radio, al igual que otros destacados comunicadores independientes que se formaron y fueron a triunfar en diversos medios audiovisuales, de prensa e incluso digitales, o simplemente ejercen otras profesiones.
Ha sido una escuela de formación profesional que unos reconocen con honestidad, otros tienen que callar por conveniencia laboral en donde se encuentran y unos terceros que desconocen los procesos y la realidad nacional, que se formaron en la teoría, aterrizaron los últimos años y no han tenido la oportunidad de practicar ni vivir las experiencias.
La rigurosidad profesional, el ejercicio del periodismo responsable, con la mejor información posible, contrastada y fundamentalmente con la siempre valiosa opinión ciudadana, a la que se le convoca a referirse sobre los grandes temas nacionales.
Al contrario de voces que toman partido por un proyecto político, respetables por cierto aunque no respeten al resto, no se puede ocultar el registro histórico de una vida periodística. Ha sido valioso el aporte que se ha dado en diferentes campos. Primero la informativa y luego el deporte, la música nacional, el radioteatro, la consecución de la paz, la educación, la recreación, la familia, el servicio social, el contacto con la comunidad. Cuántos grandes artistas nacionales se presentaron, se consagraron y saltaron a la fama.
Los ciudadanos deben hacer memoria, revivir la historia y el aporte positivo que se ha entregado. Durante todos los gobiernos que se han sucedido, civiles y militares, la radio estuvo en primera línea para comunicar las cosas buenas pero también las malas, de las que no se puede sustraer. Cuánto agradecimiento a los ciudadanos permanentes, a quienes sí reconocen la tarea y que vieron reflejados sus problemas como la desaparición de sus hijos, asesinato de su padre, los hijos perdidos o secuestrados, aquellos que sufren de enfermedades terminales o que perdieron sus recursos por el congelamiento bancario. El trabajo sigue aunque el vendaval arrecie y la propaganda trate de desvirtuar una trayectoria.