La semana pasada tuvimos el anuncio de que el Fiscal General quiere formar una Corte Penal Sudamericana, sin contar con que ya Colombia había propuesto lo mismo en Cartagena y se estaban pisando las mangueras entre países hermanos. Esta semana, el Vicecanciller propuso una Corte Sudamericana de Derechos Humanos e inició las negociaciones con el resto de países de la región. Esta misma semana, una delegación partió a Argentina y Uruguay para negociar nuestro posible ingreso al Mercosur y en estos mismos días, funcionarios del Régimen señalan –una vez más- la necesidad de terminar con la Comunidad Andina, apenas algunas semanas antes de que el Ecuador asuma la presidencia temporal de la CAN.
¿Cómo es posible que un Gobierno que se ha puesto como norte la unidad latinoamericana, tanto en su constitución como en su Plan Nacional del Buen Vivir, haga tanto para debilitarla? Veamos. Si el objetivo es el fortalecimiento de Unasur, no se entiende por qué multiplican iniciativas al punto de que todos los esfuerzos terminan anulándose unos a otros. El proyecto Unasur lleva un poco más de un año de ratificación, tiene aún un poder precario, sus finanzas también son precarias, pero al multiplicar los consejos lo único que están logrando es que su eje central –la confianza y unidad entre presidentes y cancilleres- termine erosionándose. El efecto real es que Brasil se está alejando cada vez más, y los demás países tratan de jugar al gato y al ratón diciendo a todo sí, pero sin comprometerse realmente. ¿Ese es el legado que prefiere dejar el Ecuador?
El tema de cambiar la CAN por el Mercosur es aún más grave, si realmente el Gobierno quiere cumplir con su plan de Sustitución Selectiva de Exportaciones, porque más del 60% de nuestro comercio con la CAN se trata de bienes manufacturados o con valor agregado, mientras que nuestro intercambio con el Mercosur básicamente gira alrededor de bienes primarios como plátano atún o aceites crudos de petróleo. Aún más, es difícil entender cómo un Gobierno que está lleno de economistas, el Canciller incluido, no haya valorado nuestro déficit comercial estructural con el Mercosur que, solo en el 2011, fue de 1 351 millones de dólares. Apenas les exportamos 231 millones de dólares en el mismo año. En ese mismo año, exportamos a la CAN 2 770 millones de dólares.
¿Entonces en qué quedamos con nuestros planes de industrialización si estamos echando al traste el mercado que más nos compra ese tipo de bienes que es el andino?
Las cosas en la CAN no andan bien desde hace rato, pero igual de mal van en el Mercosur. Nosotros en lugar de ayudar a mejorar las cosas, hemos hecho todo lo posible por complicarlas.
El Gobierno necesita repensar mejor sus acciones y omisiones en el tema integración. De seguir así, pondrá en riesgo el cumplimiento de sus propias metas, establecidas desde el inicio de su mandato.