En alcohólicos Anónimos pedimos ‘La Serenidad para aceptar lo que no podemos cambiar y el Valor, para cambiar lo que podemos’. Simple y sabia. Es ni más ni menos, cambiar el chip mental y darle un tornillo diferente a la vida…
En esta pandemia que cada día cobra más víctimas, esta oración, por lo menos para mí, cobra más significado que nunca. No puedo detener la pandemia. Punto. No tengo la varita mágica ni el conjuro del hada de la Cenicienta… Pero si tengo la oportunidad para cambiar mi actitud hacia ella…
Así como un domingo de lluvia le arranca maldiciones al golfista que no puede jugar, también arranca lágrimas de alegría al campesino que salva su cosecha. El fenómeno es el mismo…domingo de lluvia….
Así el coronavirus, es indiferente a mis emociones. Existe simplemente. Yo tengo la libertad de encerrarme en un rincón a maldecir por no poder salir, viajar, estar con mis amigos, o puedo aprovechar estos meses de aislamiento yo-con-yo y enriquecerme por dentro… Hacer una pausa en el caminar frenético, en ese afán de consumismo, de estar en continuo movimiento… muchas veces sin saber por qué…
Este paréntesis obligatorio me ha regalado el tiempo de leer y volver a leer… Libros nuevos y libros ya leídos que me vuelven a seducir, y que ya estaban en los estantes resignados. Qué maravilla el reencuentro con personajes que me tocaron el alma, con esas frases que me obligaron a reflexionar… con esas emociones que me hicieron vibrar…Curiosamente los he disfrutado más en estas segundas lecturas… porque no tengo prisa para saborear cada página… No tengo prisa para llegar al final… Es como retornar a un lugar amado… siempre está ahí, pero siempre tiene cosas nuevas para mostrarme…Como mi relación de amor con Ecuador… años y años retornando y estrenando siempre sensaciones, olores, atardeceres… Jamás es igual…
No sé cuántas veces he mirado el Cotopaxi desde San Agustín de Callo, ese lugar incaico único en el mundo… Pero cada vez ha sido diferente…Y así es, con los libros.
Me he vuelto a reencontrar con Sandor Marai y su Mujer Justa…y sus Memorias de un Burgués….y se me saltan las lágrimas cuando recuerdo que se suicidó días antes de que cayera el Muro de Berlín…También volví a vibrar con Phillipe Claudel y su Árboles del Toraya… y su Nieta del Señor Ling… y me permití sentir de nuevo sus Aromas. Estrené embelesada su Archipiélago del Perro… sentí el calor apabullante de Aracataca con los cuentos cortos de García Márquez. La Hojarasca.. y en Este pueblo no hay Ladrones… y me emparamé en Viendo llover en Macondo…
Con los títulos nuevos… El Colgajo de Phillipe Lancon, único sobreviviente de la masacre de Charlie Hebdo… Río Muerto de Ricardo Silva Romero…y Lo que Fue Presente de Héctor Abad Faciolince……
Leer… leer… como afirma Javier Cercas en Terra Alta… un libro nos puede cambiar la vida…y la vida sigue con o sin pandemia!