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Algunos tenemos la sensación de vivir un guión de terror, claramente escrito y puesto en práctica por alguien. Cada hecho que pasa desde enero del 2018, inaugurado con el bombazo en San Lorenzo hasta el último secuestro de la joven pareja, encaja en un relato que nos lleva hacia algo que todavía no desciframos.
Lo concreto es que la ruta política que experimentamos desde el 24 de mayo del 2017, complicada, ambigua, pero cierta, de recuperación de la esperanza, de superar el miedo a criticar a los políticos, de curar heridas entre colegas o familiares distanciados por discrepancias políticas, de intentar creer en las instituciones, se esfuma. Sí, todo eso, logrado en meses difíciles, que destapó una olla de descomunal corrupción y que hasta el momento ha llevado a la cárcel a un Vicepresidente y a altos funcionarios de la década anterior; que a través de una consulta popular confirmó un camino ético hacia la recuperación de las instituciones del Estado tomadas por el correísmo, etc., se desvanece.
Esos logros se evaporan. Parecía que “la cirugía mayor” contra la corrupción podía llegar al capo. Pero no. Cada vez se aleja. Pocos se acuerdan de la crucial y delicada labor de reinstitucionalización entregada al Consejo de Participación Ciudadana Transitorio.
Un viejo y muy complejo problema, con el que habíamos convivido como país, por muchos años nos ha estallado brutal y dolorosamente a través de un personaje, “Guacho”, que por ahora aparece en el guión ocupando sitios estelares, pero que seguramente es parte de un engranaje, donde su lugar es secundario.
La verdad es que se movió el escenario. Volvió, con otras características, la confusión, la división y el miedo, que se empieza a reinstalar en la sociedad. No podemos caer en el juego. Salir del guión. Ante todo, serenidad. Con la adrenalina encima nadie piensa con claridad ni actúa correctamente. Por esto, la primera tarea es sobreponernos psicológicamente, líderes y pueblo. Unidad y paz, son las consignas, que deben retumbar en las calles.
Debemos construir un frente común. Dejando coyunturalmente de lado las diferencias, hay que fortalecer el liderazgo presidencial que ha tenido que cosechar todas las fallas de la década perversa. Pero no hay que perder de vista el bosque. Hay que blindar y apoyar la acción del CPCT. Entonces, en simultáneo, recuperar nuestra energía y fe colectivas, apoyar al Presidente Moreno y al Dr. Julio César Trujillo. Así como fomentar un acuerdo nacional por educación, salud y empleo, empezando por las zonas fronterizas.
Frente la generosidad del pueblo, el presidente y su gobierno deben responder con decisión, eficiencia y sentido colectivo. Los ministros y ministras que no estén a la altura del momento, con sensibilidad, deberían dar un paso al costado.