La política no es como el fútbol, donde se gana con goles; mientras el político que hace más propaganda es el que gana los aplausos, aunque falle los goles. Pero esto es efímero y contraproducente si no hay sostenibilidad democrática del proyecto económico. En este año podrían bajar a la mitad nuestros ingresos petroleros respecto al 2014 y eso afectará en forma sistémica al modelo subsidiador, por lo que el Gobierno emplearía mejor su tiempo dedicándose a evitar que la clase media vulnerable regrese a la pobreza y que los pobres sean más pobres.
Sin embargo, esta tarea se ve cruzada por la reelección presidencial y el consecuente clientelismo electoral. Nuestro caso no es como el de Obama, que comienza a tomar medidas riesgosas porque ya se va del poder. Entonces, los retos del año serán enfrentados compatibilizando los objetivos políticos con las metas económicas, por lo que veo improbable que el Gobierno disminuya los subsidios, manteniendo solo los realmente necesarios para los pobres.
Pero hay que cambiar de actitud, tanto el Gobierno como los agentes económicos privados, gastando mejor y desperdiciando menos, es decir cortando el gasto donde no haya efectos perniciosos para el desarrollo fundamental y para mantener el empleo y los progresos sociales alcanzados. Cambiar también de actitud para dar ejemplo de austeridad, disminuyendo los gastos de propaganda innecesaria, pues ahora todos quieren hacer propaganda para buscar el aplauso, pero sin hacer goles.
Si se va a disminuir la inversión pública es hora de compensar alternativamente licitando proyectos de infraestructura a la inversión privada, porque el desarrollo no se puede parar so pena de exacerbar la crisis. Una política anticíclica requiere mantener la tasa de inversión con el concurso privado nacional y extranjero, para ejecutar proyectos nuevos y no solo atraer inversión foránea para comprar lo existente como bancos, periódicos o empresas ya instaladas, lo que no constituye creación de riqueza nacional añadida.
A la inversión extranjera la hemos hostilizado demasiado con nuestra política exterior desubicada y contraproducente. Si Cuba ha cambiado su postura con EE.UU., qué hacemos nosotros hostilizando con el caso Assange, con el voto a favor de Corea del Norte.
Si no viene la inversión nacional o extranjera será ineludible emitir o contratar deuda externa e interna a tasas convenientes y de largo plazo, pero para invertir en proyectos reproductivos y no en más burocracia ni en viajes exagerados. Invertir por ejemplo para redoblar el impulso al sector turístico es eficaz, pues es una actividad que rinde frutos inmediatos y socialmente repartidos entre los prestadores de servicios. Este es un reto en el cual cabe un trabajo eficiente de manera urgente.