En el transcurso de estos días ha habido dos reflexiones importantes sobre la economía española, una hecha por el FMI –Declaración final de la Misión de la Consulta del art. IV de 2015) y otra por la OCDE –Economic Outlook sobre España para 2015-. Permítanme compartir su contenido.
El FMI observa una aceleración de la recuperación económica -aumento del PIB hasta el 3,1% este año, que es su tercera revisión al alza, dinamismo del consumo, superávit de la balanza por cuenta corriente, reducción de costes de financiación del sector público y mejora en el funcionamiento de la banca- y de la creación de empleo -medio millón de puestos de trabajo desde mediados del pasado año-. Esas condiciones se han producido, señala el FMI, por factores de índole interna -reformas laborales y crecimiento moderado de los salarios que han permitido recuperar competitividad, reforma del sistema financiero, consolidación fiscal y aplicación de la Ley de Garantía de la Unidad de Mercado-, y externa -caída del precio del petróleo, depreciación del euro, política monetaria del Banco Central Europeo y actuación del mecanismo europeo de estabilidad-.
También, señala el informe vulnerabilidades que aconsejan esfuerzos adicionales, como el freno a la recuperación que podría ocasionar una reversión de las reformas, el deterioro en la estabilidad y proyección bancarias, el alto índice de deuda pública y la eventual persistencia de un alto nivel de desempleo, circunstancias para las que propone medidas para afrontarlas, como aumentar el crecimiento del empleo a largo plazo y hacerlo más inclusivo, reducir los obstáculos al crecimiento de las pymes, consolidar las mejoras del sector financiero para impulsar el crecimiento a medida que se recupere la demanda de crédito y proseguir la consolidación fiscal regionalmente coordinada, para mantener la confianza y reducir la vulnerabilidad.
La OCDE también revisa al alza el PIB español para 2015, cifrándolo en 2,9%, y prevé un fuerte crecimiento en los dos próximos años por condiciones financieras favorables, depreciación del euro, bajos precios del petróleo, fortalecimiento del crecimiento de nuestros socios comerciales, incremento del empleo y de la renta, aumento del consumo privado por disminución de los impuestos, bajada de precios de la energía y de los tipos de interés, una política fiscal moderada y el crecimiento de las exportaciones.
El informe señala una lista de tendencias favorables: disminución del apalancamiento de las empresas, recuperación de la inversión inmobiliaria, continuación de la ganancia de cuotas de mercado por los exportadores españoles -con el correspondiente superávit de la balanza por cuenta corriente-, fortalecimiento y expansión de la recuperación que se manifestará en una ampliación de la demanda interior y en un crecimiento dinámico del empleo.
Un panorama halagüeño para proyectar la salida de la crisis tras el ímprobo esfuerzo realizado.
Columnista invitado
Embajador de España en el Ecuador