El nivel de actividad económico del Ecuador es artificialmente alto. Lo artificial es que sólo puede mantenerse tan arriba si llegan créditos externos. Si se quiere cortar (o si se corta solito) el endeudamiento, la economía tendrá que achicarse.
Obviamente ese no es el escenario ideal. Lo perfecto sería tener una economía que funcione sin créditos de afuera, una economía como la que tuvimos entre los años 2001 y 2006, donde no sólo que no recibíamos préstamos externos, sino que hasta los íbamos pagando de a poco.
En otras palabras, el Ecuador dolarizado puede funcionar sin necesidad de endeudarse y puede crecer como lo hizo en los primeros seis años de dolarización (es más, en esos seis años el país creció más que en los primeros seis años del gobierno de Correa).
Pero ahora, después de 12 años de políticas equivocadas, el gobierno requiere endeudarse para funcionar, el Banco Central requiere que el gobierno se endeude para así subir sus reservas y el sistema financiero requiere que el gobierno se endeude para que así el Banco Central tenga altas reservas.
Si no hay deuda adicional, todo puede seguir funcionando, pero a un menor ritmo. Y si tomamos conciencia que estamos altamente endeudados, lo sensato es dejar de hacerlo (o bajar el ritmo). Por otro lado, si el mercado financiero internacional se da cuenta de cuán limitada es nuestra capacidad de pago, puede que solitos nos dejen de prestar y, de esa manera, también terminamos con menos deuda nueva.
Y eso implica que la economía se deberá desacelerar, al menos hasta que logre recuperar la memoria, porque en esta última década, se nos olvidó producir y nos dedicamos a vivir de las rentas (al comienzo) y luego a vivir al fío (del 2014 en adelante).
El proceso de desacelerar la economía es similar al proceso de aterrizar un avión, que está volando alto, pero que tiene que llegar a una altura menor, aterrizar para luego poder despegar, ya con otra carga.
Pero los aterrizajes son procesos complejos. Si se los hace muy bruscamente, el avión se estampa contra la tierra y si se lo hace demasiado lentamente, el avión se queda sin combustible.
Y ese es el gran reto del Ecuador, lograr bajar su nivel de actividad a la velocidad ideal, lograr un aterrizaje confortable, sin golpes y sin retrasos. Eso significa bajar su gasto público cada año en una cantidad equivalente al 1,5% del PIB, por los próximos cuatro años. Y al mismo tiempo empezar a preparar el futuro despegue con una estrategia similar a la que tuvimos hasta el 2005: producir, dejando en paz al sector privado y dándole estabilidad y tranquilidad al país.
En la política y en la economía, hay que deshacer lo heredado del anterior gobierno.