Cuando su computadora señale montuvio como erróneo, y le sugiera cambiarlo por montubio, no apruebe la corrección, que ya no cabe. Señale en su lugar, con el botón derecho, ‘agregar al diccionario’. Aquí, la breve, perseverante y singular historia:
Hará diez años cuando, por invitación de don Ángel Loor Giner, exdecano de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Gregorio, y exdirector de La Hora manabita, acudí a Portoviejo a tomar parte en la Jornada de estudios, para la revalorización de la cultura popular de la Costa, aunque don Ángel me tenía reservadas otras preocupaciones, con un anhelo de difícil cumplimiento: lograr la inclusión, en el diccionario oficial, de la palabra montuvio, escrita con uve, para la acepción “Campesino de la costa ecuatoriana”, porque hasta la 22ª edición del DRAE, la de 2001, este incluía así las acepciones de montubio, con be: “1. Dicho de una persona: Montaraz, grosera. 2. Col. y Ec. Campesino de la costa”.
La contigüidad de estas dos acepciones de montubio daba lugar a su proximidad semántica, y así lo sentían don Ángel y mucha gente de la Costa, entre ella, el gran José de la Cuadra que en sus geniales cuentos escribe montuvio con uve, adelantándose, por sí y ante sí, a cumplir este sueño.
He aquí un párrafo de la emocionada carta de don Ángel: “El día 30 de diciembre de 2014 viajé de Portoviejo a Guayaquil para reunirme con mis hijos y celebrar juntos la iniciación del 2015, pero sobre todo para comprar el Diccionario de la Lengua española en su 23ª edición y, desesperadamente ver si constaba en él la palabra montuvio. Comprobado esto, vi que el cambio que yo esperaba se había realizado y que no se denigraba a los que por muchas generaciones se nos consideraba como montaraces, en este famoso libro”…
La misma feliz impresión que a usted, don Ángel, me causó ver el término montuvio, con uve, incluido en el DILE con marca Ecuador, y su propia y única acepción “Campesino de la costa”. Usted me habló con énfasis de esta preocupación, a la que pude dar curso personalmente, en calidad de coordinadora lingüística de nuestra Academia Ecuatoriana, en una de tantas reuniones a que asistí en Madrid o en otra capital de habla española.
Me complace comprobar que dos solicitudes de nuestra Academia, realizadas en aquella coordinación, las cuales suelen sufrir difícil curso hasta ser discutidas y aceptadas, lo fueron: la primera, esta. Otra, la de ‘inequidad’, término que revela una situación lacerante en nuestra patria y en el orbe entero, y que no estaba registrada ni en la penúltima edición del DRAE, la de 2001, donde constaba solamente iniquidad: “maldad, injusticia grande”. Inequidad, hoy tiene la siguiente acepción: “Desigualdad o falta de equidad”. Y “equidad”, en su 3ª acepción: “justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva”.
Reciban, don Ángel, usted y todo el pueblo montuvio, mi alegría por el triunfo de su empeño en este reconocimiento. Su persistencia ha hecho honor a la calidad del pueblo montuvio.