Causa indignación e impotencia la depredación china de los recursos marinos en nuestra Zona Económica Exclusiva ZEE, de nuestras costas continentales e insulares del Océano Pacífico del que somos ribereños.
Sentimos frustración por la falta de capacidad naval lo cual confirma la irresponsabilidad del gobierno anterior, en considerar a nuestras Fuerzas Armadas como subutilizadas; argumento que sirvió para restarles su capacidad operativa, a la cual hoy se reclama con urgencia como si la preparación y equipamiento militar pudiera conseguirse “ipso facto”.
Pero más infame aún es la improvisación para tratar y administrar los temas de soberanía territorial, que hoy la vemos crucial, porque fue extirpada conjuntamente con el concepto de la seguridad nacional, al sustituirla demagógicamente en uno de los objetivos del Plan del Buen Vivir, en soberanía económica, tecnológica, ecológica y alimentaria, más interesada dizque en “profundizar la inserción estratégica en el mundo y en la integración latinoamericana”.
Por lo que experimentamos la soberanía alimentaria la está consiguiendo China en nuestras costas, mientras la vehemencia de nuestra Cancillería, está junto con los países del ALBA, en asegurar la no intervención en Venezuela menospreciando los derechos humanos y el verdadero sentido de la soberanía de los Estados.
Irónicamente para la inserción y la integración, en la práctica, se optó por denostar a la OEA y desconocer los organismos regionales, salirse del TIAR y de la Junta Interamericana de Defensa, cancelación de las operaciones navales UNITAS, despedir al FOL de la Base de Manta, haciendo un desplante de autosuficiencia que más bien fue un aislamiento del sistema internacional, soslayando al hemisferio occidental por capitalista.
Sin embargo, para efectos propagandísticos y de justificación de enormes burocracias, el Ecuador en el 2014, fue sede de la Organización Regional de Ordenamiento Pesquero del Pacifico Sur, OROP-PS. El viceministro de pesca manifestó entonces, que el Ecuador se amparaba en un instrumento que asegura el futuro, la sostenibilidad de las poblaciones de peces, bajo el principio de conservación. El solo discurso no garantiza el volumen, variedad de especies, el equilibrio ecológico y la recuperación de masas significativas de peces.
La invasiva depredación no tiene únicamente solución militar. Debe ser una política exterior acorde a la época en que la soberanía territorial, en un ambiente de intensa globalización, requiere una diplomacia hábil y profesional que establezca regulación y ordenamiento en base de convenios. Mirar a la interdependencia como cooperación vecinal y regional en un verdadero “pool de soberanía” para de esa manera ser un país con suficiente capacidad de resguardar y controlar su territorio nacional: Ese respeto y prestigio debe evitar la imagen de un “Estado fallido”.