El nuevo gobierno, más allá del contexto fidedigno o no, encontrará a partir del 24 de mayo, un país con enormes problemas económicos, tales como, deuda pública, desempleo, riesgo país alto, problemas todos difíciles.
Los indicadores económicos son públicos y evidentes, el propio gobierno saliente ha reconocido algunos, por ejemplo el déficit fiscal y la necesidad de financiamiento para este 2017, el cual supera los USD 11 mil millones, con lo que el porcentaje de deuda respecto del PIB se acerca al 60%, considerando la deuda no reconocida por el gobierno, conforme a la nueva metodología de cálculo patentada por esta administración, mediante la cual se cortaron por decreto USD 11275 millones, con el IESS e instituciones del sector financiero público.
La necesidad apremia, las autoridades gubernamentales barajan nuevos financiamientos con China, organismos multilaterales, emisión de bonos, preventas petroleras, BIESS y Banco Central, so pena de un shock, que significaría el incumplimiento de obligaciones inmediatas y la paralización de la economía. Es el origen de la tentación a implementar el uso del dinero electrónico, lo cual es altamente peligroso, pues abriría las puertas a un bi-monetarismo. El dólar, como todos hemos experimentado, nos ha proporcionado estabilidad, recuperación de la capacidad adquisitiva y aumento de niveles de bienestar.
El tema comercial es otro de los aspectos preocupantes, pues si bien la balanza comercial se mantiene favorable a la fecha, la tasa de variación de las exportaciones es de -28.7 y -8.4 por ciento, en el 2015 y 2016 respectivamente, según datos del Banco Central, mientras, la disminución de las importaciones obedecería a una disminución en el consumo, resultado en primera instancia del aumento en los índices de desempleo y subempleo. Los precios del petróleo por su parte, mantienen una tendencia a la baja y según predicciones de organismos y expertos internacionales, esta tendencia se proyecta en el mediano plazo, lo cual dificulta aún más la cifra de ingresos disponibles y necesarios.
Este escenario, hace muy difícil la gobernabilidad del país, la llegada de la inversión extranjera es lenta, (29 % de disminución entre el 2016 y 2015) y la nacional busca salir del territorio, quién creará el empleo necesario, si el flujo de dinero público se agota tanto por la disminución de ingresos petroleros, cuanto por las merma en las recaudaciones tributarias, fruto de la recesión que experimentan las empresas?, las protestas sociales no cesarán y los acuerdos no llegarán, a menos que sean forzados y unilaterales, represivos y sin cabida al diálogo.
El reordenamiento de las cuentas fiscales, con austeridad y priorización del gasto podría ser una de las soluciones más viables, metodología muy simple pero efectiva , así lo consideramos algunos economistas y por otro lado el consenso social, sobre la base del respeto al pensamiento plural, es sin embargo, privativo del gobierno entrante, acogerlo o desecharlo.