En Lima, la segunda semana de diciembre-2014 se realizó la XX Cumbre de 193 Estados que propenden al cambio climático con el propósito de difundir el peligro y recaudar USD 100 000 hasta el 2020. Intentaron dejar sentadas las bases para que el 2015, en la próxima XXI Cumbre de París, los apruebe con fuerza obligatoria.
Este fondo verde recibió una oferta de América Latina y de países en desarrollo de USD 20 millones. La cumbre se reúne después de 17 años de haber suscrito el Protocolo de Kioto, al cual no se adhirieron EE.UU. y China, países que exhiben el trofeo de ser los más contaminantes del mundo. La India, país extenso fronterizo de China, previo a este evento, dijo a través de su Ministro del Medioambiente: “No firmaremos ningún acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que amenacen nuestro crecimiento”.
Se esperaba de China anuncie medidas y fije un buen aporte, pero no aconteció, siendo este gigante en población y territorio uno de los vivos ejemplos de la más grande contaminación, que a pesar de censuras internas para conocer esta realidad, está visible en su capital Pekín que tiene ocho veces más el nivel aceptable de 50 microgramos por metro cúbico, y que en marzo-2014 llegó a 800.
En el 2006, al subir el precio del metal indio, base de semiconductores, se instalaron 60 fábricas originarias de la contaminación del río Hiang, y el 2007 el lago Tai en Jiansu del mar de China presentó espesas aguas verdes generadas por los desechos de sus plantas químicas.
El anhídrido carbónico -CO2- proveniente de los combustibles fósiles para los procesos industriales, contribuyeron con el 78% en 40 años para el incremento de emisiones de gases-invernadero a la atmósfera entre 1970-2010, porque se retiraron del Acuerdo Rusia, Canadá, Japón y Nueva Zelanda.
Andrés García, redactor de EL COMERCIO, entrevistó sobre esta temática a Ana Balarezo de la Politécnica Nacional, quien afirmó que hay que encontrar una solución global, porque el Protocolo de Kioto solo se aplica en 37 países industrializados. El dilema es que se utiliza una energía barata, pero muy contaminante del petróleo, sin acelerar otras como la hidroeléctrica, la solar fotovoltaica, volcánica y la eólica, que tiene España hace ocho años.
Ecuador, en lugar de facilitar la presencia de activistas que venían desde EE.UU. y México en un vehículo-caravana climática, con rumbo a la XX conferencia de Lima, lo incautó al cruzar Balao-Guayas, y el dueño, Christian Rosendhal, fue amenazado con penalización. Coincidente con esta política restrictiva, parlamentarios alemanes ambientalistas fueron impedidos de observar la realidad del Yasuní para informar a la XX Cumbre del posible atentado gravísimo a la biodiversidad. Al conocer estos hechos, el Gobierno alemán protestó. Sin embargo, la Cancillería sigue incólume.