Por lo que se ve y se sabe, tiempo de portentos. Como para no creer. El símil de una nave al garete que de milagro se enrumba cuando los ciegos vieron y los paralíticos caminaron.
Es tan solo en los últimos tiempos, voluntad política y recursos sumados, que nuestro país se halla empeñado en dar los pasos que nos conducirán a salir de la ciénaga que nos íbamos hundiendo.
Esa maldición del subdesarrollo. Desconcertados, todos opinaban, nadie se ponía de acuerdo, todo se demediaba, intereses creados de por medio.
Ver y caminar. El descubrimiento: cambiar la matriz productiva. Los más de los protagonistas egresados de la Escuela Politécnica Nacional, la Universidad San Francisco de Quito y la Politécnica del Litoral, todos con estudios de posgrado en el exterior. Son los que saben, afiliados o no a Alianza País.
La respuesta ciudadana, mejor imposible: todos pagan los impuestos que les corresponde, a todos les llega la hora de ser evaluados sin que se produzca el terremoto anunciado, las preferencias de los estudiantes van dejando las aulas vacías de escuelas universitarias en las que no había sociólogos y se enseñaba sociología, pedagogía sin pedagogos y, desde luego, sin nadie a quien le correspondiera el calificativo de filósofo.
Los empresarios se sienten aludidos y con entusiasmo se los ve apoyar las iniciativas del Gobierno: se cuenta con buenas vías de comunicación, los apagones son cosa del pasado, la estabilidad política es indudable, a la industrialización se la ve venir.
Un país que se lo vislumbra respetable. Desde luego que los capitales golondrinas ya no aterrizarán en nuestro suelo, pero sí los inversionistas que lo hacen en otros países respetables: en Brasil los chinos, digamos.
País de vocación agrícola, el nuestro. Así se decía. Los campesinos costeños comidos por las deudas, huyendo despavoridos a engrosar los Guasmos.
Se ha iniciado la revolución agroindustrial: en este campo el cambio de la matriz productiva se la verá en pocos años.
Son políticas concretas las que se van implementando. En cuanto a desarrollo en ciencia y tecnología, mayor apoyo a las universidades públicas y privadas no cabe: un sistema de becas de investigación (Grants), con cuantías de hasta USD 2 millones, para aquellos proyectos que al país le signifiquen una contribución a su desarrollo.
Que una universidad se halle empeñada y patrocine un proyecto sobre matemáticas puras o la existencia de vida allende el sistema solar, pueden hacerlo con sus propios recursos. La autonomía universitaria es inviolable.
¡Eso de los criterios! ¡Eso de las opiniones! Respetables provengan de donde provengan. Enriquecedoras sin duda alguna, en tanto cuanto signifiquen contribuir calificadamente a enrumbar a esa nave al garete como era nuestro país, cuando los ciegos aún no veían.