No solo sorprende por el ascenso en las encuestas, que cambiaron en los últimos días el panorama electoral colombiano, sino que la historia de Aurelizuas Ruteno Mockus Livinokus es todo un caso personal y político. Además, como panorama de fondo, abre una incógnita sobre el futuro del vecino del norte en un momento de expectativa internacional.
Sus biografías comienzan contando que Antanas Mockus, su nombre de batalla, dio sus pasos iniciales como un niño prodigio, ensayando sus primeras lecturas a los dos años, en el hogar de una familia lituana que emigró a Colombia. Luego, ya entre joven y maduro, al ingresar a la política pasó a ser un personaje original, tanto en ejercicio de dos alcaldías de Bogotá como en el rectorado de la Universidad Nacional. Su actuación fue, en general, destacada pero su singularidad se reflejó en las anécdotas. Como alcalde, entre muchas otras cosas, hizo los viajes diarios a su casa en bicicleta e impulsó la utilización de los pasos cebra, en las esquinas, usando payasos y otros disfrazados para guiar a los caminantes. Luego, en el rectorado universitario fue él quien se pasó de la raya cuando un día dio la sorpresa de mostrar el trasero a los estudiantes que formaban una algazara, gesto que se convirtió en noticia internacional pero determinó su salida del rectorado. Pero siguió en su lucha y fue dos veces candidato a la Presidencia de su país, sin éxito pero siempre con su fama.
Volvió a la palestra para una jornada electoral tan importante como la convocada para reemplazar al presidente Álvaro Uribe, luego de sus dos mandatos como un gobernante de mano dura, que dio golpes a la cincuentenaria guerrilla de las FARC que agotó la paciencia ciudadana con su financiamiento apoyado por la droga, sus secuestros y su larga permanencia en la selva. En las primeras encuestas ganó ampliamente la punta Juan Manuel Santos, el favorito de Uribe, ex ministro de Hacienda y de Defensa, miembro de una familia tradicional de ese país.
De pronto, Antanas Mockus, unido al ex alcalde antioqueño José Fajardo, dio un salto en las preferencias colombianas hasta –¡sorpresa!- casi empatar con Santos. Justamente en esas circunstancias, los dos plantearon, con sus respuestas en un debate, una diferencia más, con el trato a la guerrilla. Santos fue terminante enorgulleciéndose del ataque en Angostura y Mockus discrepando con la legalidad y los resultados del bombazo. Internacionalmente le fue mal al uribista pero internamente espera heredar con esa actitud más votos de Uribe, ofreciendo la misma mano dura de su ex jefe. El Ecuador, por cierto, rechazó al santista y de hecho se aproximó al singular Antanas. Queda, abierta una muy interesante expectativa, mientras Mockus confiesa que enfrenta principios del mal de Parkinson, aunque tiene, dice, 12 años de plazo para seguir en sus andanzas.