Cuando se publique este comentario es posible que se haya elegido al presidente de la Asamblea General de la Naciones Unidas. Pero resulta insólito que la política exterior del Ecuador haya girado alrededor de la candidatura de la Sra. Espinosa, actual ministra de Relaciones Exteriores.
Es conocida la cercanía personal de la Sra. Espinosa con el presidente Moreno. Recuérdese que el esposo de la canciller Espinosa, el nicaragüense Eduardo Mangas, estuvo muy junto al jefe de Estado en los primeros meses de su gobierno, hasta que unas declaraciones torpes, sorpresivamente filtradas, provocaron su salida. Según ellas, las distancias marcadas con su antecesor por el presidente Moreno, no eran sinceras. Pero los intereses nacionales no pueden sacrificarse por afectos personales.
Ecuador ha perdido credibilidad cada día que la Sra. Espinosa, en su desesperada campaña por captar votos, se alinea con el oprobioso y corrupto régimen de Maduro, con la dictadura de los Castro en Cuba, la más larga de la historia de América Latina, y con el impresentable régimen de Ortega y su mujer y vicepresidenta de Nicaragua, que en las últimas semanas ha ahogado en sangre las protestas de su pueblo.
Sorprende también la arrogancia de la Sra. Espinosa cuando afirma que todos los ecuatorianos deberían apoyar su candidatura como lo hacen en respaldo a la selección de fútbol. En su sui generis concepción de las relaciones internacionales, que no deben tener otro norte que los intereses de cada nación, sostiene que su elección para presidir la Asamblea General de Naciones Unidas sería un altísimo honor para el Ecuador. Errado concepto, porque la mayoría de los ecuatorianos, según encuestas de los últimos días, no se sentirán satisfechos ni representados por la Sra. Espinosa si concreta su ambición.
Los ciudadanos rechazan el incumplimiento de un compromiso internacional “por no haber documento escrito”, su entrega a Maduro, Castro y Ortega, haber otorgado subrepticiamente la nacionalidad ecuatoriana al hacker Assange, para designarle a una función diplomática en Londres e ingenuamente haber pretendido engañar al gobierno británico, ocultar estos manejos a la opinión pública y colocar su interés personal por encima de las conveniencias nacionales.
Los destacables aciertos políticos del presidente Moreno en su primer año de gestión, que han producido un ambiente de respeto y armonía entre los ecuatorianos, después de 10 años de agresividad, confrontación, insultos y de haber destrozado las instituciones, contrastan con dos áreas claves en las que el balance es negativo: la economía, felizmente desde hace pocos días con nuevos rumbos y nuevas autoridades, y la política internacional.
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