La política de restringir las importaciones ha fracasado y el Gobierno prepara una apertura del mercado a través del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, no tanto por convicción, sino porque no tiene alternativa.
De todas las negociaciones comerciales que el Régimen ha llevado a cabo durante sus nueve años y medio, el acuerdo comercial con la UE es el más relevante, por el mercado que representa y por los temas que se abordan en la negociación.
Si se concreta este acuerdo hasta finales del presente año, este proceso habrá tomado todo el período de la actual administración, lo cual es una señal de ineficiencia o de carencia de una política comercial.
Las diferencias dentro del Gobierno en materia comercial se han mantenido demasiado tiempo y eso tiene consecuencias. Las autoridades dejaron en segundo plano la apertura de nuevos mercados y eso ha significado un mediocre desempeño de las exportaciones no petroleras, donde se reflejan las ventas del sector privado del país.
El volumen exportado por las empresas ha crecido solo a una tasa del 2%, en promedio, durante los últimos nueve años, considerando el período enero junio de cada año.
El diagnóstico mejora si la valoración se hace en dólares, debido a los altos precios de las materias primas en la última década.
Pero esos precios vienen cayendo desde el año pasado y dejan ver la vulnerabilidad de las exportaciones no petroleras que, en su mayoría, siguen dependiendo del banano, camarón, cacao y flores y pescado.
Las exportaciones de bienes industrializados, que debieran reflejar el cambio de la matriz productiva del país, vienen cayendo desde el 2013. Y ahí están los bienes que incorporan más valor agregado y cuestan más en el mercado internacional, lo que beneficia a una economía dolarizada como la ecuatoriana.
Durante más de nueve años, el Gobierno no ha podido definir una política para fomentar las exportaciones y menos vincularla al esperado cambio de la matriz productiva.