Gran respeto inspiran aquellos hombres y mujeres que han tenido y tienen la capacidad de entrega y la generosidad de renunciar a su tranquilidad y han puesto en riesgo su trabajo y libertad e incluso han comprometido el porvenir de su familia, de sus padres, pareja y sobre todo el de sus hijos, por defender los principios, los ideales y el bienestar de los demás.
Es probable que estas personas de excepción, muchos anónimos de la historia, seres humanos a fin de cuentas, frente a la persecución del poder hayan sentido soledad, miedo, incomprensión o indiferencia de sus coetáneos. Sin embargo, algunos tuvieron la suerte de saber o conocer que nunca estuvieron solos, que muchas miradas estaban sobre ellos, que su experiencia de lucha motivaría a otros y a las nuevas generaciones. Constataron que no araron en el mar y que la semilla del sacrificio siempre da los mejores frutos y las flores más hermosas.
Mientras más desproporcionada y feroz es la persecución hacia los activistas de la libertad y de la justicia, más enaltece y engrandece su lucha. Poco a poco su ejemplo incide para que otros despabilen su indiferencia, temor y comodidad para sumarse a la acción desde cualquier trinchera. De estos pequeños riachuelos nacen los grandes y tempestuosos ríos que tarde o temprano rompen a su paso los diques que se creían poderosos e invencibles.
Uno de estos líderes de gran influencia en el mundo contemporáneo es el legendario luchador sudafricano Nelson Mandela, quien además del ejemplo de su intensa militancia política que le costó 27 años de cárcel, ha legado a la humanidad y ha difundido un sereno, profundo y maduro pensamiento político que bien podría ayudar al cada vez más polarizado Ecuador de estos días. Una muestra de sus ideas: “Los buenos líderes se dan perfecta cuenta de que la eliminación de tensiones en la sociedad, sean de la naturaleza que sean, sitúa a los pensadores creativos en el centro de la escena al plantear un entorno ideal para que los hombres y mujeres con visión de futuro influyan en la sociedad. Los extremistas, en cambio, encuentran motivación en la tensión y la sospecha mutua”.
En otro pasaje el Presidente Mandela anota: “El régimen del apartheid ha desacreditado la ley y el orden. Se suprimieron sin piedad los derechos humanos de la mayor parte de la población… A causa de esta práctica cruel, y por mis propias convicciones, aproveché toda oportunidad para fomentar el respeto hacia la ley y el poder judicial… En la nueva Sudáfrica no hay nadie, ni siquiera el presidente, que esté por encima de la ley…”.
A propósito de lucha y de luchadores, en este caso por la libertad de expresión, toda la solidaridad y respeto para Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, que sienten el peso de un garrote, que algún día podría convertirse en bumerán.