Ni así le habrían dado con la olla en la cabeza lograrían que entienda que los quiteños merecemos respeto y que sí sabemos con certeza que aunque goza de un presupuesto mayor al que han tenido otros gobiernos del Distrito Metropolitano, este no ha hecho gran cosa. Dirá el Alcalde y ¡cómo insiste publicitariamente!, que estamos logrando la ciudad en la que queremos vivir, más bien me parece que construye la ciudad que no queremos ni saber de, peor, vivir.
La tapa de olla con la que se cubre la vista es apta para enceguecerlo totalmente. El soterramiento de los cables a medio camino y hasta que se complete, quizá lo vean mis tataranietos, los grandes pasos deprimidos van a paso de tortuga y veremos qué efecto tienen realmente. El desempleo sigue en el mismo porcentaje que dejó el alcalde Moncayo al igual que el agua potable y alcantarillado y si no lo creen revísenlo.
¿Que si nos aguó las fiestas? Claro que sí, con el agua de las cacerolas nos bañó enteros, dejándolas totalmente vacías. Las fiestas de fundación tenían de todo, para todos los gustos, tradicionalmente incomparables por su alegría y relax que lograban los ciudadanos a pesar de los trancones de tráfico que se daban solo en épocas especiales. Hoy son el pan nuestro de cada día con pico y placa y la confusión de la Policía que ya dice no ser policía y los metropolitanos que no saben qué mismo hacer.
Por eso y mucho más el cacerolazo es bien merecido. Porque suenan vacíos por la cantidad de gente, y que se olvide del tema taurino para que no se ponga defensivo, que se quedó sin lograr su agosto o, en este caso específico, su diciembre. Desde las vendedoras de las clásicas empanadas de morocho, pasando por los que venden paraguas o sombreros dependiendo del variante clima, los restaurantes importantes y todos los que nacieron y sobrevivieron alrededor de la plaza de toros. ¿Quién le creerá que fueron integrados a otros eventos? Será que movieron los establecimientos a los lugares donde se realizaban otros actos. Con o sin alcohol las fiestas ya no son las mismas.
Del informe de actividades lo único que sacamos en claro es que no sabemos si tenemos Alcalde, pero que se merecía el cacerolazo, es definitivo. El susodicho dice que se necesitaron 200 policías para sacar a tristes 50 ciudadanos con cacerolas en sus manos. ¿Será que son efectivos? Mejor sería no minimizar la expresión de los quiteños y respetarlos como para oír sus quejas y problemas, y sobre todo hacer algo.
Lo más importante sería que el candidato presidente nos asegure, para confirmar sus votos capitalinos, quién será su propuesta para próximo alcalde. La incertidumbre puede hacerle perder su plaza y no me refiero a la de toros.