Un año nuevo y los mortales comenzaremos una profunda introspección, revisando la conciencia, asegurándonos ser auténticos con nosotros mismos y sobre todo con los demás. Algún pecadillo perdonado será, todos los cometemos: un mal pensamiento, una palabrota ante el estancado tráfico, una envidia pequeña, algo de deseo ante un hombre espectacular, una mentirita de las blancas y hasta un empache navideño. Esto no me preocupa, sólo soy humana y esto me permitirá comenzar el 2013 con la calma y tranquilidad para seguir viendo al frente y con la cara en alto.
Mi pregunta es: ¿podrán los políticos sentirse así de libres y confesarse públicamente? Veamos… ¿Tendrán la tranquilidad de consciencia para decir que se presentan como candidatos al puesto al que se merecen por su experiencia y o profesión? ¿Podrá, la mayoría de candidatos, decir que sólo cometen un pecadillo de vanidad al conformar una de las tantas listas electorales, demasiadas para este país, sólo por amor a la patria y no a sí mismos? ¿El principal de cada movimiento o partido no cometió una gran mentira al proponerle un puesto a X candidato porque es carita conocida y le representaría muchos votos, más no porque está preparado para servir a la asamblea? ¿Podrán los candidatos a la presidencia decir con la cara en alto que sus ambiciones personales sólo juegan un pequeño papel en la carrera por el primer lugar y no porque tienen motivos ocultos, de avaricia, de verse en el espejo y sentirse inflados como pavos con la banda rodeando su cuerpo? ¿Dirán los genios ajedrecistas creadores de las listas que lo hicieron con miras a un futuro prometedor para el país y no fregándose las manos porque lograron aumentar votos consiguiendo personajes de televisión, reinas de belleza, deportistas y hasta payasos, nada en contra de ellos, sin importarles lo que realmente hagan a futuro mientras ganen las elecciones? Ni el Vaticano podrá perdonar tanto pecado junto y estos son de verdad, los 10 principales y otros cuantos más. Es vergonzoso que en un país como el nuestro, todos, no sólo algunos, se puedan acusar de populistas por tomar los nombres y rostros de personas, sin importar su preparación ni profesión y menos aún sus verdaderas intenciones. A fin de cuentas se dirán, nosotros pusimos los nombres correctos y ganaremos nombre y votos, el pueblo pagará sus sueldos y barbaridades de su propia costilla.
Pensándolo bien, debieron haber permitido la inscripción de El Burro, interesante propuesta y candidato sin igual.
Este es un candidato verídico, auténtico y verdadero, no esconde su preparación y tiene la suerte de que su cara se reconoce en casi todos los que he mencionado. Por él, podríamos votar confiados y seguros de su posición y habilidades.
¡Una burrada más capaz que sí hace la gran diferencia!