Norio Shimitzu, Instituto Cervantes, Tokio, 2 de octubre; suave español de refinada sencillez, apenas una sonrisa: “Podemos ver en las obras maestras y clásicas como el Quijote, el planteamiento de los problemas esenciales válidos, no solo para el pasado, sino también para el presente y el futuro, al contrario de lo que sucede en muchas de las obras recientes, de las que se dice que analizan de manera penetrante el estado actual del hombre pero que difícilmente pueden soportar el peso del futuro. Una obra clásica no lo es porque celebremos su longevidad, sino porque sacude la sensibilidad y la inteligencia de los lectores tanto del pasado como del presente y del porvenir […] El Quijote permite múltiples lecturas justificables: desde los adolescentes, casi niños, hasta los investigadores ya consumados, pueden gozar plenamente de su lectura. El Quijote […] nos deja intranquilos por su profunda y vasta visión. […] los lectores seguimos buscando en las palabras de Cervantes, al decir de Pedro Salinas, la palpitación psíquica que él entrega encendida a través de los siglos “.
EscucheÉS En Japón escuché su lúcida visión de la obra cumbre. Y con secreta nostalgia, he pensado en nuestros adolescentes, en sus profesores, en universitarios y ‘especialistas’ que nunca la leyeron ni la leerán. Perdida la curiosidad, la concentración en lo esencial; perdido el deseo de conocer, quedan la dispersión, el vagabundeo de sucesivos ‘clic’ para no ver, para dejar de ser, sin darnos cuenta.
¡Fascinante Japón! Desde la ventana del precioso departamento muy occidental en que me hospedo, veo el pequeño parque que rodea un aparcamiento de bicicletas en orden perfecto; casas pequeñas; un viejecito riega las plantas que adornan un lado de su entrada. Tras otras casas y edificios, adivino el puente que atraviesa el río cercano. Calles nítidas, aceras perfectas ven pasar los viandantes a cualquier hora del día y de la noche. Orden, respeto a peatones y conductores, fluidez en las aceras y entre la multitud que atraviesa inmensas avenidas. ¡Treinta millones de habitantes o trescientos mil? En el restaurante de ba rrio, sirve un camarero de maneras exquisitas, y en el exclusivo club de diplomáticos sirve un camarero de maneras exquisitas: el estilo está en el origen, en los milenios bien aprovechados, sufridos y gozados en ínfimos detalles. En el almacén de un viejo templo, compro un florero de antigua madera llamada Katsura. Se me pide conservarlo a la sombra y evoco el ‘Elogio de la sombra’, de Tanizaki… El dependiente hace el paquete con la delicadeza y belleza con que cumpliera un rito. Luz tenue, mesura, reverencia instintiva de cada japonés ante los otros; ‘sí’ y ‘no’ nunca absolutos responden a la cultura de la atenuación que todo lo suaviza. Y, tan lejos, oí la música hermosa, llena de reciedumbre de nuestra lengua; comparé vidas, ilusiones, maneras, e inevitablemente, soñé en un futuro vasto e inteligente para mi Tierra andina, para mi gente …